El drama humano de Rosa Villacastín

Poca gente ha prestado la atención que se merece al drama humano que ha sufrido Rosa Villacastín este fin de semana. La legendaria periodista de la prensa rosa ha presenciado una imagen de la Gran Vía madrileña que, obviamente, a nadie deseamos: miles de personas paseando con bolsas del Primark y dando vueltas en un ambiente de suciedad. Un hecho que ha provocado que la famosa activista del PSOE se haya indignado hasta el punto de negarse a compartir acera con semejante sector de la sociedad, el cual, debería ser encerrado en sus sucios barrios pobres y vallados para mayor tranquilidad de Rosa y su familia.

El socialismo y la igualdad nunca es aplicable si la que tiene que sufrirlo es alguien de la élite, y es totalmente comprensible, pues para eso fue ideado el socialismo, para que solo fuera vivido por las clases populares mientras seres de una entidad superior se pasean por las calles limpias de pobreza. Y donde la clase baja solo debería tener derecho a limpiar los zapatos de Rosa Villacastín. Es más, los despreciables pobres que pululan de forma vergonzosa por el centro de Madrid, deberían aclamar a dioses del Olimpo charista como Rosa, que les escupieran para así sentirse bañados por el halo divino de la Cleopatra del progresismo.

¿Pero qué se han creído? Una persona que comete la atrocidad y la ordinariez de pisar una tienda con escaleras mecánicas no debería tener ni siquiera derecho a cruzar un paso de peatones, el mismo paso de peatones por el que ha cruzado Rosa Villacastín, además. No. Vuelve a tu madriguera y a tu barrio de mercadillo donde, si acaso, te dejaremos salir los domingos a comer al Kebap que tienes al lado de la pollería.

Nadie dijo que el progresismo fuera para todos ni que toda la sociedad debiera progresar. Si has nacido en Orcasitas, en Orcasitas morirás. Siéntete orgulloso y sobre todo, agradecido, de que Rosa y sus amigos hayan logrado grandes avances para ti y tu familia como que ahora dispongas de un género neutro, así, cuando vayas a comprar al ultramarino de tu barrio de clase miserable, podrás pedirle el kilo de mortadela al charcutero sin asumir su género, algo que antes era totalmente inconcebible.

En definitiva, es indignante que la sociedad española no se haya compadecido de la desgracia vivida por la experta del papel couché, porque Rosa, al fin y al cabo, solo quiere el bien para ti, y si te cruzas con ella, tendrás que mostrar respetos y realizar alguna reverencia, algo que los pobres tienen dificultades para hacer debido a sus problemas de espalda al trabajar largas jornada en los campos de algodón, así que, muestra tu agradecimiento.