Es importante mantener durante todo el año una media óptima tanto por comodidad, salud y para evitar gastos económicos innecesarios
Para este Gobierno de Sánchez, las temperaturas idóneas son 27 grados en verano y 19 grados (como máximo) en invierno en interiores; es la medida que impuso el pasado año 2022 para los comercios, pero que no fructificó, y la que quiso imponer por obra y gracia del Ministerio de Transición Ecológica y Agenda 2030 también en tu casa. Es decir, pedía para luchar contra el cambio climático y para ahorrar, que pasaras calor en verano y frío en invierno.
Cuando está cerca de concluir el año 2023, en estos tiempos convulsos, y ahora que comienza el fresquito en la mayoría de puntos de nuestra geografía (aunque la cosa este muy caliente), toca sacar los edredones, las mantas y encender la calefacción para adecuar nuestro hogar a la temperatura deseada.
Y es que, a pesar de las imposiciones de este Gobierno, los temperaturas excesivamente frías y constantes en una estancia tiene consecuencias negativas para la salud ya que el frío inflama los pulmones e inhibe la circulación. De esta manera, apuntan los expertos, se incrementa el riesgo de sufrir afecciones respiratorias que van desde el asma al empeoramiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y las infecciones pulmonares. Además, las bajas temperaturas también provocan vasoconstricción, con el consiguiente estrés para el sistema circulatorio.
Temperaturas ideales en nuestro hogar
Es aquí cuando tenemos que hablar de temperaturas ideales; aunque claro, es un aspecto que puede llegar a ser subjetivo ya que dependerá de si somos más o menos frioleros o calurosos. También de las características de nuestra vivienda, humedad, actividad, etc, etc.
Pero vayamos al grano. Para países de climas templados o de frío moderado la barrera para tener un ambiente seguro se marca en los 18ºC. Para Naciones Unidas, no hay “riesgo demostrable para la salud de las personas sedentarias sanas cuya vivienda tiene una temperatura del aire de entre 18 y 24 °C”. En el caso de niños, personas mayores o con enfermedades crónicas, la OMS advierte de que podría ser necesaria una temperatura mínima interior de 20 grados, mínimo. Otros estudios recomiendan que la temperatura del hogar para bebés y personas vulnerables debe estar entre los 22-24°C por el día y los 18-20°C por la noche.
Diversificación de ahorro y la energía
Por su parte, el IDEA, que es el Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía también nos habla de la temperatura ideal de confort en una vivienda sin hacer actividad física. De esta manera, la temperatura adecuada para una vivienda tipo que quiera obtener la máxima eficiencia energética se sitúa entre los 21ºC y los 23ºC durante el día, mientras que por la noche bastaría con tener la casa entre 15ºC y 17ºC.
Y nos dicen que en el caso de que superes los 23ºC recomendados, el ambiente estará más reseco y aumentará la sensación de incomodidad, e incluso de agobio, dentro de la casa.
Pero lo cierto es que es importante discernir entre un tipo de habitación y otra. No es lo mismo el salón donde pasamos el día, que el baño donde solo queremos calor intenso cuando nos levantamos y duchamos, o el dormitorio donde vamos a descansar por las noches. Por eso, es recomendable contar con sistemas de calefacción que se puedan controlar de forma independiente. Si esto no es posible, hay que intentar tener un termostato unificado situado en una zona donde hagamos vida, como por ejemplo, el salón.
En definitiva, y como temperaturas idóneas y adecuadas según los estudios de expertos, para el verano, como máximo para de 23 a 25 grados centígrados. En invierno, de 21 a 23 grados; y con humedades relativas que ronden entre el 40 y el 50 por ciento, o en verano incluso hasta el 60 por ciento.
Discierne mucho respecto a las obligaciones del Gobierno que impuso de 27 grados hacia arriba en verano, y 19 grados hacia abajo, en invierno.