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Existe una imponente escultura en bronce de Jesucristo bajo el mar

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Se la denomina el Cristo del Abismo y, evidentemente, es necesario bucear para contemplar esta obra de arte. Se encuentra en la costa italiana, aunque ya hay varias réplicas

Pronto se cumplirán 70 años de la primera escultura de bronce de Jesucristo ubicada bajo el mar. Se trata de una imponente estatua de bronce sumergida en 1954 en el fondo de la bahía de San Fruttuoso, en Liguria (Génova), precisamente el lugar donde se crearon las populares foccacias.

Esta estatua, sorprendente, según relatan los buceadores que la han contemplado bajo el silencio de las profundidades y la compañía de innumerables pececillos, mide alrededor de dos metros y medio de altura y pesa 160 kilogramos.

Su creador fue el escultor Guido Galletti, por encargo de Duilio Marcante, considerado uno de los fundadores del submarinismo italiano y pensada como un último homenaje (que perdura hasta nuestros días) al joven y experimentado buzo italiano, Dario Gonzatti, que perdió la vida en una de sus inmersiones bajo el mar en el lugar.

La Marina Militar italiana la colocó, en compañía de muchos buceadores, a exactamente diecisiete metros de profundidad.

La figura de Jesucristo de Nazareth se encuentra con las manos abiertas y dirigidas hacia la superficie, en signo de paz.

Para obtener el bronce de la estatua fueron fundidas medallas, elementos navales (incluso hélices donadas por la Armada de Estados Unidos) y campanas. Tras la muerte de Marcante se colocó una placa en la base de la estatua en su memoria.

Hace exactamente veinte años, la estatua fue restaurada para protegerla de la corrosión y de los crustáceos. Pero en realidad, volvió a la superficie para colocarle una mano que había sido rota por un ancla. Fue recolocada nuevamente en el agua al año siguiente, esta vez sobre una nueva base y a una profundidad menor que la anterior.

Las réplicas del Cristo del Abismo

Para aquellos que no puedan bucear, existe una réplica de la estatua en la iglesia de San Fructuoso. En cambio, la estatua original de yeso se encuentra en Marina de Rávena, en el Museo Nacional de Actividades Subacuáticas.

Por otro lado, el buzo profesional chileno llamado Raúl Veas, oriundo de la zona de Quintero, Región de Valparaíso, Chile, quiso hacer algo similar. Presentó su proyecto al municipio en el año 2004 y logró encantar con su idea de construir un santuario chileno en el fondo del mar.

Se trata en este caso de una enorme escultura, conocida también como el Cristo Sumergido. Fue hecha por el escultor Mario Calderón con hormigón armado y acero. Pero atención, su altura es de 4,5 metros y pesa nada más y nada menos que 11 toneladas. La figura está instalada sobre una plataforma que simula una gran concha de ostra, tiene los brazos extendidos y elevados al cielo.

Otra réplica más de la estatua fue colocada en 1972 en el lago Palú, en Valmalenco, Italia, a fin de combatir el uso indiscriminado del agua.

Existe otra réplica en un formato un poco más pequeño y “seco” en el puerto de Saint George, la capital de la isla caribeña de Granada. Fue donada por la compañía Costa Cruceros por la labor valiente y decidida del rescate de los pasajeros y la tripulación de un barco italiano destruido por un incendio en 1961 en el puerto de Saint George.

El Cristo del Abismo, también en Cádiz

En España contamos con nuestro particular Cristo del Abismo. Se encuentra en la playa de la Caleta de Cádiz. La historia se remonta al 5 de noviembre de 1971, día en el que fallece en el hospital La Paz de Madrid, Raúl Calvo Clavero, un joven gaditano amante del submarinismo y toda una promesa del judo. 

Tras una llave mal proyectada, Raúl sufre una lesión cervical que le provoca una grave tetraplejia que paraliza todos sus miembros y que le acaba costando la vida. 

Sus amigos le piden a su familia el traje de submarinismo de Raúl y las pastillas de plomo de su cinturón de lastre. Muchos buceadores que conocían al joven también aportan sus pastillas y todo el plomo recaudado se funde para hacer la estatua de un Cristo de más de cien kilos. 

La figura fue colocada en una base de hormigón y se bajó a una cueva situada bajo el agua cerca de la punta del Nao. Hasta el lugar se puede llegar a pulmón libre y en su tiempo incluso se realizaba anualmente una ofrenda floral.

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