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La Vía de la Plata se ha convertido en nuestra particular Ruta 66 Ibérica

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De Sevilla a Gijón: un itinerario turístico, histórico, cultural y gastronómico de casi 900 kilómetros de paisajes únicos de la Península Ibérica

Atraviesa cuatro comunidades autónomas (Andalucía, Extremadura, Castilla y León, y Asturias) siete provincias en un eje cercano a los 900 kilómetros que parten de Sevilla y abarca 120.000 kilómetros cuadrados. Arqueología, patrimonio cultural y artístico, naturaleza viva, escenarios únicos y una variada gastronomía.

El origen de esta vía tiene su origen en la Roma Imperial cuando se decidió construir una calzada que iba de norte a sur desde Mérida hasta Astorga, que luego continuó al norte hasta Gijón y al sur hasta Sevilla.

El objetivo de Hispania para ejecutar semejante proyecto fue múltiple: transportar mercancías, movimiento de tropas militares y comerciantes y ejercer el pastoreo.

Hoy aquella calzada romana se ha transformado en la Autovía A-66, que supone una extraordinaria oportunidad para hacer un recorrido de norte a sur o de sur a norte por fastuosos paisajes y pueblecitos con encanto.

Respecto al nombre de Vía de la Plata no tiene nada que ver con el metal. Más bien con la piedra. Procede del árabe balat, que significa “camino empedrado” o “pavimento”

La vía durante la Edad Media

Esta gran vía o conjunto de vías se mantuvo en uso durante la Edad Media, convirtiéndose en vía de paso para la mayoría de los peregrinos que se dirigían a Santiago desde el sur.

Actualmente se han recuperado muchos de esos itinerarios de peregrinación, caminos que coinciden con gran parte o con fragmentos de la antigua calzada y sus hitos romanos, si bien existen también tramos, variantes y desvíos medievales que se fueron sumando en función de las necesidades de la época y, ciertamente, la devoción religiosa.

A principios del siglo XIX, la Vía de la Plata fue utilizada en su invasión por los franceses, quienes alabaron su buen estado de conservación, estado que con el tiempo se perdería en muchos tramos, bien por desuso o por su destrucción al construir la N-630, principal vía contemporánea de comunicación del oeste peninsular.

Camino de peregrinación a Santiago

En la actualidad y tras su puesta en valor, la Vía de la Plata ha recuperado parte de su protagonismo en el marco de las rutas turísticas y patrimoniales de España. No en vano, la Vía de la Plata es una de las rutas del Camino de Santiago.

La Vía de la Plata se utiliza como camino de peregrinación a Santiago, se trata pues de una antigua calzada romana recuperada fundamentalmente en relación a una función posterior, la de vía de peregrinación, lo que hace que las variantes y nexos con otros caminos a Compostela se multipliquen, nos dicen desde la web oficial del Camino de Santiago.

Pero el eje principal, el central y tradicionalmente conocido como de la Plata “sería el conformado por los hitos, villas y aldeas dispuestos entre Mérida y Astorga, punto de llegada y conexión con la gran arteria de la peregrinación a Santiago o Camino Francés”. A este eje central, que atraviesa fundamentalmente las tierras de Extremadura y Castilla León, se han ido sumando numerosos tramos y caminos procedentes del sur de Andalucía y Portugal.

Entre las principales ciudades de esta ruta, además de las citadas como Sevilla, Gijón, Astorga o Mérida, nos encontraremos con: Zafra, Cáceres, Almendralejo, Salamanca, Zamora, Benavente, Morcín.

Ruta 66 Ibérica

Una curiosidad: también se la conoce como nuestra particular Ruta 66 Ibérica. Hay cuatro formas principales de recorrer el trazado de la Vía de la Plata: a pie, en bicicleta, en moto o en coche. Sin embargo, las dos primeras opciones no contemplan el hecho de poder utilizar las carreteras actuales, pasando, en su lugar, por campos y senderos.

El tiempo mínimo adecuado para recorrer en coche esta “Ruta 66 Ibérica” es de 72 horas, “pero si quieres disfrutarla a fondo, no deberías emplear menos de una semana” nos cuentan desde Skyscanner. Así, “recorriendo poco más de 100 kilómetros diarios, tienes la posibilidad de detenerte con tranquilidad en urbes, parajes naturales, yacimientos arqueológicos, restaurantes y paradores en los que merece la pena no estar pendiente del reloj”.

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