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“Las renovables se han convertido en una manera de hacer dinero con la excusa del cambio climático”

Los aerogeneradores se fabrican en China mediante fábricas de carbón y liberan toneladas de microplásticos a lo largo de su vida útil

Las energías renovables son el gran mantra por el que apuestan los Estados globalistas y que defiende con firmeza el dogma omnipresente de la Agenda 2030.

En España, como en otros países y regiones, la proliferación de plantas solares y eólicas con la excusa de lo limpio, lo sostenible y ecológico, al igual que la conducción eléctrica, se extienden como el calor de agosto en el centro de nuestra península.

En LA BANDERA nos hemos hecho eco en diversas ocasiones de la lucha de ciertos colectivos en defensa de su entorno rural y natural que está siendo arrasada por la maquinaria dirigida por los grandes fondos de inversión globalistas.

Es el caso de Colectivo do Vento, una de las asociaciones que más batalla están dando contra las eólicas en Galicia; la destrucción salvaje de lo natural, de lo rural para supuestamente luchar contra el cambio climático, calentamiento global o como se quiera llamar en un futuro cercano o lejano.

A inicios de verano, de hecho, Colectivo do Vento convocaba una «caminata reivindicativa» en el interior de Pontevedra para protestar por el anuncio del Estado de dos nuevos proyectos de parques eólicos en la provincia que «amenazan su forma de vida rural».

Bajo el dictamen de la Agenda 2030

Y sí, es el Sachismo y su Ministerio de Transición Ecológica quienes miran de perfil a los vecinos del mundo rural gallego a cambio de ricas y sabrosas cuantías en virtud de los dictámenes de la Agenda 2030.

Antes, y en este caso bajo la organización de la Asociación Contra Viento y Marea, que agrupa a un centenar de grupos de toda Galicia, congregó a cientos de vecinos que luchan contra la “depredación energética”. Son personas que están viviendo en primera mano las consecuencias de esta desmesura ecológica.

En esa manifestación, se reclamó «urgentemente» un modelo energético «transparente, justo y descentralizado, en manos cien por cien públicas y que cuente con la participación de los vecinos, enfocado en las necesidades locales». 

Y se puso como ejemplo la destrucción «sin ningún tipo de escrúpulo» de toda «la riqueza natural y cultural» que se está produciendo en la localidad de Amil, en Moraña, a consecuencia de la construcción de tres polígonos eólicos y sus líneas de alta tensión.

El ministerio de Transición Ecológica hace oídos sordos…

Por ello, Colectivo do Vento acaba de denunciar en redes sociales, y a través de los medios, hecho del que nos volvemos a hacer eco en LA BANDERA, de la situación de la energía extraída de los campos eólicos.

“Nos están mintiendo, engañando, nos están timando. Esta energía no es verde. Esta energía es sucia. Las renovables se han convertido en una manera de hacer dinero con la hipócrita excusa de la lucha contra el cambio climático. Pero la realidad es que las grandes renovables están destrozando los últimos resquicios de naturaleza salvaje que nos quedan”.

El post se acompaña de un pequeño fragmento del documental ‘Headwind’ sobre las eólicas en Suecia, país que también está destruyendo sus riquezas naturales.

Altamente contaminantes

En él, un ingeniero habla de los aerogeneradores. Recalca que se necesitan 30 camiones de carga para transportar una sola turbina; torres de acerco, palas de plástico… Las palas “se asemejan a las alas de un avión, pero están hechas de capas y capas de plástico bisphepanol A, normalmente envueltas en fibra de carbono o madera de balsa del Amazonas; y el exterior está recubierto con pintura epoxy”, pero con el tiempo, los materiales se degradan al igual que las hélices de un avión o barco. Así que a lo largo de la vida útil de una turbina se liberal kilos y toneladas de microplásticos”.

Las turbinas miden unos 140 metros hasta alcanzar el generador y cada pala mide 80 metros de largo y pesa 20 toneladas. El generador pesa 80 toneladas, para un total de peso en conjunto que supera los 120 toneladas; equivales todo ello a fabricar 120 coches.

Además, todo este salvaje peso se sustenta en una gigantesca y destructora base de hormigón que provoca un cráter enorme en el entorno…

El progreso del Sanchismo en España

En el documental se explica que todo esto es el “progreso” del que habla por ejemplo el Sanchismo, Transición Ecológica y la Agenda 2030. Solo se hacen eco del dióxido de carbono por promotor de un supuesto calentamiento global. Pero no se menciona la contaminación del planeta con metales pesados, plásticos. “Si detienen el consumo de combustibles fósiles pero continúan fabricando plásticos, continúas degradando el planeta. Es una locura, es demencial”.

Y las inmensas torres de acero y plástico, todas, se producen en China, donde contaminar es gratis y barato. Se manufacturan mediante la combustión de carbón que precisamente no son las más respetuosas con el medio ambiente. Y se transportan en gigantescos buques también contaminantes, y luego se distribuyen por carretera a través de kilómetros y kilómetros, con cientos de trayectos y el uso de camiones de gran tonelaje y miles y miles de litros de combustibles fósiles…

A pesar de ello, se habla de una ‘limpia energía renovable’ bendecida por la Agenda 2030 pero sobre todo por esos grandes fondos de inversión globales que todo lo poseen.

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