Tras su Puerta del Príncipe en Sevilla, Morante de la Puebla se fue de vacío en su primera actuación en la Feria de San Isidro de Madrid
Quien fuera ayer a la segunda de la Feria de San Isidro, pudo apreciar, casi con total seguridad, que el ambiente era especial. Se palpaba en el aire y, sobre todo, en las caravanas de coches que iban dirección de la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid. Al horizonte se quería apreciar una tarde espléndida, aunque el aire pudiera ser impedimento para ello. No lo era así el cartel con tres nombres de categoría: Morante de la Puebla, Emilio de Justo y Tomás Rufo.
Como decía con anterioridad, uno palpa el ‘llenazo’ de la plaza justo cuando pisa la calle Alcalá de la ciudad madrileña. Conforme daba una y otra vuelta, mis nervios comenzaba a florecer. No llegaba. Me perdía el primero de la tarde. El primero de Morante, quien, días antes, cortó dos orejas y un rabo y, por ende, abrió la Puerta del Príncipe de La Maestranza después de 52 años sin que esta lo hiciera de dicha manera.
Ya esperando para entrar al tendido pude comprobar que la tarde no iba conforme lo esperado, puesto que los pitos se escuchaban incluso fuera de la plaza. ¿Qué estará pasando?, me preguntaba. Mi cabeza negaba al mismo tiempo que mi corazón me llamaba a tener un atisbo de esperanza: “Que no sea lo de siempre, por favor”, respondía mi mente más que la emoción.
“No te has perdido nada”, me dijo, nada más sentarme, mi amigo de tendido, Álvaro. No daba crédito a lo que escuchaba. Posteriormente, con el segundo de Morante, lo entendí o, al menos, lo intentaba…
Una falta de respeto
¿Cómo se pueden hacer ayer esas dos faenas en la Feria de San Isidro delante de una plaza abarrotada y con la ilusión de vivir algo parecido a lo que vivó Sevilla días atrás? Y lo peor de todo, ¿cómo permiten eso? Lo de ayer fue una falta de ética impresionante, pero más aún fue la falta de corazón y sensibilidad al entrar a matar a dos toros cuyos ‘estoconazos’ no se pueden contar con los dedos de las dos manos.
Pasadas las primeras 24 horas sigo sin encontrarle una explicación al esperpento que vivimos ayer todos aquellos que pagamos una entrada para ver tal aberración. La afición no lo merece, Morante. El mundo del toreo menos, mucho menos.
mayo 15, 2023 @ 11:48 am
Uff, que corta reseña… Que ilusión leer críticas de tardes de toros; sobre todo por la belleza y gracia de los términos y vocabularios que suelen tener.