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Un mundo que quiere hacernos caminar hacia la carne sintética

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Mucho se está hablando (y promocionando) de este futuro producto de laboratorio que parte de células animales. En LA BANDERA te explicamos cómo se produce y por qué se pretende extender de forma global

Quieren que nos alimentemos en un futuro muy cercano proteínas de los insectos, como explicamos en este diario. Pero también pretenden que lo hagamos, y en ello trabaja la industria, de la denominada carne sintética o carne cultivada.

Muchos, en los últimos meses, habrán oído hablar de ello…. Mucho bombo se le está regalando en los medios de comunicación global al tema de las carnes artificiales con el objetivo de que nos vayamos adaptando a lo que se nos podría venir encima a corto o medio plazo.

La llamada carne (que no lo es) sintética o cultivada es un producto que se crea en laboratorios a partir de células madre extraídas de músculos de animales junto con otros elementos como suero fetal bovino.

La idea es producir de forma global, barata y sostenible este producto. ¿Con qué objetivo? Eliminar la muerte de animales y reducir los impactos ambientales del pastoreo, el cultivo de alimentos para animales y los desechos animales…

La tecnología alimentaria descansa en este particular axioma que se expande como la peste en el Medievo. Por ello, son muchas empresas, auspiciadas por los mismos fondos que determinan, por ejemplo, qué vacunas nos tenemos que poner para deteriorar la potencial mortalidad de un virus u otro, las que ya están apostando por esta nueva forma de producir alimentos que además se apoya en estas fantásticas máquinas 3D, capaces de convertir cualquier masa disforme en un perfecto chuletón de Ávila… Y serás feliz.

Adiós a la cría de animales

La carne de laboratorio se refiere a la carne desarrollada a partir del cultivo de células animales y no mediante la cría de animales. En este caso, como sucede en el mundo del veganismo, no se trata de una imitación de la carne elaborada con otros ingredientes como las hamburguesas vegetales que se elaboran con proteínas vegetales.

El resultado es un producto comestible que parece, se cocina y sabe cómo la carne animal, al ser biológicamente, de carne animal, tal y como explican los expertos. La principal diferencia, exponen sus defensores e impulsores, es que no es necesario matar a un animal para fabricarla. “Tiene un menor grado de crueldad y es más respetuoso con el medio ambiente que la agricultura industrial”.

Evidentemente, España quiere, como en el tema de los insectos, estar en el meollo. Y el epicentro lo hallamos en el País Vasco y en la empresa BioTech Foods, que trabaja en el desarrollo de productos cárnicos cultivados. Con proyectos de 35 millones de euros, han comenzado la construcción de lo que será la planta de carne cultivada más grande del sur de Europa. Ubicado en Eskusaitzeta, conocido como el polígono industrial de San Sebastián (Gipuzkoa), el establecimiento reunirá toda la actividad comercial de la empresa además de un laboratorio de I+D, para mayor investigación y experimentación.

“Se espera que este mercado experimente un gran crecimiento en la próxima década, y las fuentes indican que para 2032, el 12 % de la proteína consumida en el mundo provendrá de este tipo de sistema de producción de alimentos más equilibrado”, aseguraba Íñigo Charola, de esta empresa, vasca, en una entrevista con El Español.

Todavía no se ha aprobado la comercialización

Sin embargo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria aún no ha aprobado la comercialización de estos productos por lo que, a fecha actual, en Europa no es posible vender la carne de laboratorio. Pero todo llegará…

Y es que mucho se está invirtiendo en estos alimentos alternativos, y cuando se invierte tanto se sabe que la recompensa llegará tarde o temprano y que estos alimentos de laboratorio formarán, tarde o temprano, de la dieta planetaria. Se trabaja, básicamente, en lograr que esta tecnología destinada a la alimentación global humana sea lo más barata y accesible posible para el mortal de los comunes.

Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible

Y aquí es donde entra, y de lleno, la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible…

En el seno de los países desarrollados occidentales se tiene la idea de que la población mundial, dentro de unos pocos años, tal y como vamos, no podrá alimentarse de manera eficiente (como si ahora todo estuviera okey, que se lo digan a la mitad de los habitantes de África, por ejemplo).

Los dirigentes consideran que, con estos productos, como con los derivados de insectos, o los insectos en sí, se producirá un extraordinario y feliz “viraje productivo” tendente a contribuir y a abastecer a una población mundial que superará los 8.000 millones de personas (si las guerras y sus armamentos no lo impiden).

Volveremos a este razonamiento, pero antes, en LA BANDERA, queremos hacer un poco de historia relativa a estas carnes sintéticas de las que tan bien se habla en los medios de comunicación globales y oficiales.

Hace 10 años se creó la primera carne en laboratorio

Fue en 2013 cuando se presentó la primera hamburguesa producida en un laboratorio. Evidentemente, se organizó un multitudinario evento de marketing en Londres. Esta peculiar hamburguesa fue creada por unos científicos, tras millones invertidos, que tomaron células madre del tejido muscular de la vaca y que cultivaron promoviendo su crecimiento para hacer un producto con forma de lo que conocemos como hamburguesa. Se tardaron dos años en llegar al milagro, que costó unos 250.000 euros. Sin embargo, tres años después, en 2016, una compañía norteamericana produjo este mismo producto por 1.800 euros. 

Este alimento, insistimos, se consigue a partir de células madre musculares extraídas de animales. Estas células se multiplican en un laboratorio, colocándolas en un medio de cultivo que ha de contener ciertos elementos necesarios para su crecimiento, consiguiendo así que las células se multipliquen. Estos elementos, además de otros nutrientes son principalmente: suero fetal bovino, mioglobina, vitaminas, aminoácidos, y grasa y tejido conectivo.

La carne sintética es más contaminante, según los estudios

Los defensores de estos sintéticos aseguran que estos nuevos alimentos artificiales muy positivos para el planeta ya que supuestamente su producción global supondrá un menor impacto medioambiental y promoverán el bienestar animal. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que su producción tiene un impacto medioambiental igual o incluso mayor que la producción ganadera. Estos estudios sitúan a la carne sintética como más contaminante que la producción de pollo y la carne de cerdo. ¿Por qué? La cantidad de energía necesaria para el proceso de producción es tan grande que la carne cultivada tiene una huella de carbono cinco veces superior a la del pollo.

Pero no importa, la Unión Europea tiene como principal objetivo la comercialización de carne creada en laboratorio. Se espera que de cara al año 2025 la venta de alimentos sintéticos sea una realidad. Y volvemos a la Agenda 2030, cuyos mentores y objetivos defienden la necesidad de reducir el consumo de carne por su “impacto destructivo en el planeta” y por su perjuicio para la salud.

“Debido a la descomposición de materia orgánica, la ganadería es una de las principales fuentes de emisión de metano, un gas de efecto invernadero relativamente potente que contribuye al calentamiento global. Para hacerse una idea de su alcance basta imaginar que, si las vacas formaran un país, sería el tercero en emisiones de gases de efecto invernadero”. Así aseguran expertos y científicos en algunos de sus informes presentados y consensuados en connivencia con el articulado agendista y globalista occidental.

“Hambre Cero” en el planeta

Todo esto, como la cuestión de los insectos, encaja con el Objetivo 2 de la Agenda 2030, denominado ‘Hambre Cero’, un título sin duda muy poético para algunos, para la mayoría casi de película de ciencia-ficción.

Por este loable objetivo de carácter globalista se pide a los gobiernos que implementen medidas para poner fin al hambre y a la malnutrición, pero incorpora metas que tratan específicamente sobre la sostenibilidad de producción de alimentos, accesibilidad a toda la población a una alimentación sana y nutritiva o mantener cuidados los ecosistemas.

España quiere ser pionera y por eso cuenta con un ministerio específico para el asunto que promueve desde la Península Ibérica alimentos para todo el planeta. Sánchez encabeza el movimiento y por eso lo vemos mostrando y alardeando de su afiliación al fin circular de colorines.

En este terreno, Estados Unidos parte en posición 1. A finales de 2022, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ya avalaba el consumo de carne cultivada en laboratorio. En concreto, la FDA dio su visto bueno al uso de los productos de UPSIDE Foods. Se trata de una compañía estadounidense que fabrica su carne utilizando una tecnología de cultivo de células animales. También Singapur, desde el año 2020, comenzó su proceso hacia la comercialización de carne cultivada.

La importancia de los sistemas de producción ganadera

Pero, ojo. Recientemente, otros expertos han publicado un estudio denominado: Contribución de los alimentos de origen animal terrestre a una dieta sana para mejorar la nutrición y la salud, realizado paradójicamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En él defienden la necesidad de comer carne, huevos y leche.

Diversos alimentos derivados de los sistemas de producción ganadera, incluidos los sistemas de pastoreo y pastoreo, y de la caza de animales salvajes, proporcionan proteínas de alta calidad, ácidos grasos importantes y diversas vitaminas y minerales, lo que contribuye a una dieta saludable para mejorar la nutrición y la salud”. Según cuentan en el estudio, se trata del más completo y está basado en “datos y evidencias de más de 500 artículos científicos y unos 250 documentos normativos”.

Una producción ganadera bien integrada aumenta la resiliencia de los sistemas agrícolas en pequeña escala. La ganadería también proporciona otros servicios ecosistémicos importantes en la gestión del paisaje, proporciona energía y ayuda a mejorar la fertilidad del suelo. Los ecosistemas de pastizales o pastizales ocupan alrededor del 40% del área terrestre del mundo. Los ganaderos crían animales de pastoreo para transformar la vegetación de los pastizales en alimento”.

La excepción europea: Italia y Meloni

Frente a Estados Unidos, Sánchez Castejón y otros países con vocación globalista, Europa se ha topado con Italia y Meloni, que recientemente ha dado la espalda a la Agenda 2030 y ha prohibido la venta y producción de carne sintética. De esta manera, Italia se ha convertido en el primer país en vetar este tipo de comida, con multas que podrían alcanzar los 60.000 euros.

Franceso Lollobrigida, ministro de Agricultura en 2023, busca con esta medida, “salvaguardar” el patrimonio y la cultura agroalimentaria del país. “Los productos de laboratorio no garantizan la calidad, el bienestar y la protección de la cultura y tradición gastronómica y vinícola italiana, a la que parte de nuestra la tradición está unida”.

Puede que haya esperanza… Y si no la hay, comerás bichos y carne sintética… Pero serás feliz, como nos venden desde el Foro Económico Mundial de Davos.

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