Un informe sitúa la calidad del empleo un 26% por debajo de la media de la Unión Europea
España inicia 2024 con un mercado laboral que, según el último informe de FOESSA para Cáritas, se sitúa muy por detrás del promedio europeo. La calidad del empleo es un 26% inferior a la media de la Unión Europea, lo que coloca al país como el peor de los Veintisiete en términos de ingresos y estabilidad laboral.
Un empleo que ya no protege frente a la desigualdad
El estudio —basado en una encuesta a 12.289 hogares y elaborado por especialistas de 51 universidades y organizaciones sociales— identifica este deterioro como una de las principales causas del crecimiento de la desigualdad en España.
Pese a los buenos datos globales de empleo, el informe advierte que el trabajo ha perdido su capacidad de actuar como escudo social: la precariedad se ha normalizado hasta alcanzar al 47,5% de la población activa, lo que equivale a 11,5 millones de personas en situaciones de inseguridad laboral.
Un dato revelador es que más de un tercio de quienes sufren exclusión moderada o severa tienen empleo, lo que refleja la incapacidad del mercado laboral para garantizar condiciones de vida dignas.
Una clase media debilitada y en retroceso
El documento describe una España donde la clase media se debilita tras dos décadas marcadas por crisis encadenadas. Las etapas de recuperación no han logrado cerrar la brecha social, situando al país entre los que presentan mayores niveles de desigualdad en Europa.
En 2024, la exclusión severa se mantiene un 52% por encima de la registrada en 2007 y afecta ya a 4,3 millones de personas.
Seis factores clave que hunden el índice de calidad del empleo
La precariedad no se explica solo por salarios bajos. También influyen factores como:
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Inestabilidad contractual
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Falta de expectativas profesionales
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Problemas de conciliación
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Condiciones laborales deficientes
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Formación insuficiente
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Escasa participación en el entorno de trabajo
Estos seis indicadores forman el Índice de Calidad del Empleo, donde España vuelve a situarse en los últimos puestos de la UE. Aunque se acerca a la media europea en algunas áreas, se desploma especialmente en dos: ingresos y estabilidad, siendo este último el peor valor de toda la Unión.
FOESSA apunta que la reforma laboral de 2022 podría mejorar estos datos a medio o largo plazo, aunque sus efectos aún no se aprecian.
El grave problema del empleo parcial involuntario
Uno de los elementos más preocupantes es el elevado porcentaje de trabajadores con jornada parcial no deseada. En España afecta al 49,3% de quienes tienen contrato a tiempo parcial, muy por encima del 19,4% de media europea.
Este tipo de empleo implica ingresos anuales entre un 35% y un 45% menores que los de una jornada completa, debido tanto a menos horas trabajadas como a un salario por hora un 29% inferior.
El peso del empleo de bajos salarios no se reduce
El informe también subraya la persistencia del trabajo con salarios reducidos, vinculado a sectores frágiles y de alta rotación. Desde 2005, el porcentaje de trabajadores en esta situación permanece congelado en torno al 18%, pese a las sucesivas subidas del SMI desde 2019.
Los colectivos más afectados son:
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Mujeres: 25–30%
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Jóvenes menores de 25 años: más del 40%
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Personas extranjeras: más del 25%
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Trabajadores de Andalucía, Canarias, Extremadura, Murcia, Comunidad Valenciana y Galicia: más del 20%
España, entre los países con mayor desigualdad en la UE
La combinación de precariedad laboral, bajos ingresos y débil estabilidad contribuye a que España se mantenga entre los países con peor reparto de la renta de la Unión Europea, solo por delante de Portugal, Italia, Rumanía, Letonia, Lituania y Bulgaria.
El informe recuerda que la desigualdad no depende únicamente de factores económicos o demográficos, sino también del alcance de la intervención pública. Aunque se han producido avances en el Estado del Bienestar, la capacidad redistributiva de España continúa muy lejos de la de países como Alemania o Francia, y en 2022 seguía aún por debajo de los niveles previos a la pandemia.
