Tragedia en Garrucha: el auto judicial confirma agresiones físicas y sexuales a Lucca hasta su muerte, según refleja la Guardia Civil
El Juzgado de Instrucción número 4 de Vera ha emitido un auto que confirma la brutalidad inimaginable detrás de la muerte de Lucca, un niño de cuatro años asesinado el 3 de diciembre en Garrucha (Almería).
La pareja de la madre de Lucca, un sudamericano de 20 años, habría violado y golpeado hasta matar al niño, según se desprende de la investigación de la Guardia Civil, que no descarta incluso que la madre fuese testigo de una parte de la agresión.
El menor sufrió agresiones físicas y sexuales continuadas hasta su fallecimiento, causado por un shock hipovolémico, desgarro hepático y politraumatismo abdominal con derrame intestinal. El documento judicial, al que ha tenido acceso Canal Sur, detalla un maltrato habitual que involucra a su madre y su pareja, ambos de origen sudamericano, y expone fallos en el sistema de protección infantil.
La madre, imputada por asesinato y maltrato habitual
Lucca, conocido también como Lucas por su entorno familiar, vivía con su madre, Bárbara Ysmar B. O., de 32 años originaria de Sudamérica, quien trabajaba en un quiosco local. Bárbara, que llegó a España hace años buscando una vida mejor para su hijo, también está imputada por asesinato y maltrato habitual.
El auto judicial la señala como posible testigo pasiva de la agresión final: salió a trabajar alrededor de las 11:00 horas, dejando al niño al cuidado de su pareja. Regresó dos horas después alertada de que Lucca estaba «mal». Sin embargo, no intervino ni buscó ayuda inmediata. Acompañó incluso al agresor para abandonar el cuerpo sin vida en un búnker abandonado en la playa de Garrucha, en el límite con Mojácar.
Indicio de culpabilidad
Mensajes de WhatsApp enviados a su padre y abuelo de Almería, en los que pedía perdón por «no saber cuidar» al niño, se interpretan como indicio de culpabilidad. Ella y su familia paterna, de origen español, habían sido objeto de denuncias previas por negligencia.
El principal agresor, Juan David R. C., un joven sudamericano, enfrenta cargos por asesinato, violación y maltrato continuado. Con antecedentes de violencia –incluida una condena por agredir a Bárbara, que derivó en una orden de alejamiento vigente–, Juan David se quedaba a solas con Lucca en el domicilio compartido.
Un joven salvaje
El 3 de diciembre violó sexualmente al menor y lo golpeó salvajemente en el abdomen y otras zonas, exacerbando una fractura previa en el brazo causada por maltratos habituales. Testigos confirman que estas vejaciones ocurrían a menudo en presencia de Bárbara, quien ignoró indicios como moratones visibles en el niño, que incluso iba solo al colegio.
La Guardia Civil detuvo a la pareja esa misma noche tras localizar el cadáver a las 23:30 horas, gracias a un audio de Bárbara que alertó a sus parientes. Ambos están en prisión provisional sin fianza desde el fin de semana.
Fracaso del sistema ante este capítulo de horror
El abuelo paterno de Lucca, de nacionalidad española y residente en Almería, se ha personado como acusación particular, denunciando el «fracaso del sistema«. La tía-abuela había alertado por moratones, la Fiscalía de Menores investigaba, y Servicios Sociales programaba una visita para el día siguiente a la tragedia. Incluso se indaga el manejo de denuncias previas por parte de agentes locales.
Este caso ha conmocionado a la Costa de Almería, donde inmigrantes sudamericanos como Bárbara y Juan David representan una comunidad laboriosa.
Expertos en infancia claman por reformas urgentes en protocolos de protección, recordando que Lucca, un niño de ojos curiosos y risas contagiosas, podría haber sido salvado.
Su incineración, solicitada por el abuelo ante la inacción materna, cierra un capítulo de horror, pero abre heridas colectivas sobre la invisibilidad del maltrato infantil.












