Preocupación en la Universidad por una infección que ya ha obligado a hospitalizar a diez personas
La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ha confirmado lo que muchos temían: hay un brote de hepatitis A en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Hasta el momento se han contabilizado trece afectados, una cifra que ha encendido todas las alarmas en la comunidad universitaria y entre las familias de los estudiantes. De los infectados, diez han requerido hospitalización, un dato que revela la gravedad del episodio, aunque afortunadamente ya han sido dados de alta.
Sanidad asegura que el brote está «controlado» y que no se han registrado nuevos casos desde el 25 de noviembre, pero la investigación sobre el origen del foco sigue abierta. ¿Cómo es posible que en pleno 2025 se produzca un brote de estas características en un centro universitario? La pregunta está en el aire y exige respuestas claras y rápidas por parte de las autoridades sanitarias y académicas.
¿Fallo en los controles de salubridad?
La Universidad de Sevilla se enteró del problema casi de rebote, cuando la madre de un alumno informó al decanato de que su hijo estaba ingresado en Huelva con hepatitis A. A partir de ahí se activaron los protocolos: desinfección de fuentes, microondas, máquinas de café y expendedoras. Medidas necesarias, sí, pero reactivas. La duda razonable es si los controles preventivos de higiene y salubridad en las instalaciones comunes estaban funcionando correctamente o si ha habido una relajación que ha permitido la propagación del virus.
La hepatitis A se transmite principalmente por la ingestión de alimentos o agua contaminados o por contacto directo con una persona infectada. Que el foco se sitúe en una facultad, un lugar de tránsito y convivencia de cientos de jóvenes, multiplica el riesgo. Las familias exigen transparencia total sobre qué ha fallado y garantías de que no volverá a ocurrir. No es de recibo que enviar a tu hijo a la universidad suponga exponerlo a un riesgo sanitario de este calibre.
Como ya informamos sobre las crisis sanitarias en otros lugares, sabemos que la relajación en la vigilancia epidemiológica puede tener consecuencias nefastas. Sevilla no es el tercer mundo, y sus ciudadanos merecen unos estándares de seguridad sanitaria de primer nivel.
Investigación en curso y limpieza a fondo
Actualmente, el Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología sigue rastreando el origen. Las máquinas de vending y las fuentes permanecen precintadas o clausuradas hasta nueva orden. Es la imagen de la excepcionalidad en un campus que debería ser noticia por su excelencia académica y no por alertas médicas. La Universidad insiste en que el centro funciona con «normalidad», pero la inquietud es palpable entre el alumnado y el personal.
Esperemos que este susto sirva para reforzar los protocolos de higiene y control alimentario en todos los centros públicos. La salud de nuestros jóvenes no es algo con lo que se pueda jugar ni escatimar recursos.
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Desde La Bandera seguiremos muy pendientes de la evolución de este brote y de las explicaciones que den las autoridades una vez concluya la investigación. La seguridad sanitaria es innegociable.












