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Bruselas regala 29 millones de euros a Birmania y los rohingya mientras los europeos son arruinados

La Comisión Europea de Von der Leyen sigue despilfarrando el dinero de los europeos

La Comisión Europea ha vuelto a aprobar un nuevo paquete de ayuda humanitaria por valor de 29 millones de euros destinado a Birmania (Myanmar) y a la población rohingya refugiada en países vecinos, una decisión que vuelve a generar polémica por el contraste con las crecientes dificultades económicas y sociales que afrontan millones de ciudadanos europeos.

Según el anuncio oficial, 15 millones de euros se asignarán a comunidades afectadas por el conflicto armado en Birmania, mientras que los 14 millones restantes financiarán programas de apoyo a refugiados rohingya en países como Bangladesh. Esta nueva inyección de fondos llega en un momento marcado por la inflación persistente, el deterioro de los servicios públicos y el aumento del coste de la vida en numerosos Estados miembros de la Unión Europea.

Desde Bruselas justifican este desembolso por el empeoramiento de la situación humanitaria en el país asiático, agravada —según la Comisión— por un terremoto ocurrido a comienzos de año, que habría provocado el colapso de infraestructuras esenciales como la sanidad, el acceso al agua potable y el sistema educativo, además de intensificar los problemas de inseguridad alimentaria.

No obstante, el anuncio ha reavivado las críticas contra la política de gasto exterior de la UE, señalada por su falta de control efectivo, transparencia y evaluación real del impacto de los fondos enviados fuera del continente. Solo en lo que va de año, la Unión Europea ya ha destinado cerca de 50 millones de euros a Birmania, a los que se suman partidas extraordinarias aprobadas tras el seísmo registrado en marzo.

Del nuevo presupuesto aprobado, hasta 12 millones de euros se destinarán a programas de asistencia alimentaria y nutricional dentro de Birmania, mientras que dos millones reforzarán la ayuda humanitaria en campamentos de refugiados rohingya como Cox’s Bazar, en Bangladesh, considerado el mayor asentamiento de refugiados del mundo.

Todo ello contrasta con la realidad que vive Europa, donde se acumulan problemas sin resolver: presión migratoria en las fronteras exteriores, aumento de la inseguridad ciudadana, crisis del sector primario y escasez de recursos para apoyar a familias y trabajadores afectados por el encarecimiento generalizado de la vida.

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