Un estudio masivo en Suecia revela que el consumo de lácteos ricos en grasa reduce un 13% el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas
Durante décadas, las élites sanitarias y los gurús de la alimentación «progre» nos han bombardeado con un mensaje único: la grasa es el enemigo. Nos han impuesto dietas desnatadas, procesados vegetales y una persecución sistemática a los productos lácteos tradicionales bajo la promesa de una vida más larga. Pues bien, la realidad científica acaba de asestar un golpe letal a este dogma. Un estudio publicado en la prestigiosa revista *Neurology* revela que consumir queso y nata con alto contenido de grasa se asocia a un menor riesgo de desarrollar demencia.
El análisis, realizado por la Universidad de Lund en Suecia sobre una muestra de casi 30.000 personas seguidas durante 25 años, es demoledor. Los investigadores descubrieron que aquellos que consumían regularmente lácteos ricos en grasa —como el Manchego, el Parmesano o el Cheddar— tenía un 13% menos de probabilidades de sufrir deterioro cognitivo severo en comparación con quienes seguían las recomendaciones tradicionales de evitar las grasas animales.
El sentido común vence a la imposición ideológica
Este descubrimiento desafía décadas de consejos de salud moldeados por intereses comerciales y modas ideológicas que categorizaron el queso como un «alimento prohibido». Según Emily Sonestedt, epidemióloga y autora principal del estudio, «nuestros hallazgos sugieren que algunos productos lácteos ricos en grasas pueden, de hecho, proteger la salud cerebral». Es el triunfo de la dieta tradicional mediterránea y del sentido común sobre el laboratorio de ingeniería social alimentaria.
La ciencia empieza a confirmar lo que nuestros abuelos ya sabían: los alimentos naturales, sin «desnatar» y sin procesados sintéticos, son la base de una salud de hierro. El cerebro humano se compone en un alto porcentaje de grasas, y privarlo de ellas en base a estudios mediocres o sesgos ideológicos ha tenido consecuencias nefastas para la salud pública europea.
La falacia de los ultraprocesados «ligeros»
Mientras se demonizaba el queso natural, la industria nos inundaba con ultraprocesados bajos en grasa pero cargados de azúcares y aditivos para compensar la falta de sabor. Ahora sabemos que esos productos no solo no protegen el cerebro, sino que fomentan la obesidad y la inflamación crónica. El queso, lejos de ser el culpable, aparece como un aliado inesperado en la lucha contra el Alzheimer y otras formas de demencia que azotan a nuestra sociedad envejecida.
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La próxima vez que le intenten vender las bondades de una dieta «verde» y desnatada, recuerde que su cerebro prefiere un buen trozo de queso. La salud real no se encuentra en el boletín de un ministerio, sino en la naturaleza de siempre.












