Eva Martínez y Esther Fontán acuden al canal ético de Ferraz tras sufrir «trato vejatorio» y «vaciamiento de competencias» por parte de Inés Rey y su mano derecha
La supuesta superioridad moral del feminismo de carné que exhibe el PSOE se ha vuelto a estrellar contra la realidad de sus propias filas. Mientras la alcaldesa de La Coruña, Inés Rey, se paseaba por los medios blandiendo la bandera de la integridad tras el escándalo de José Tomé en Lugo, dos de sus antiguas colaboradoras han decidido romper el silencio.
Eva Martínez Acón y Esther Fontán han presentado sendas denuncias por acoso laboral contra la regidora y su todopoderoso número dos, José Manuel Lage Tuñas.
Las denunciantes, que formaron parte del gobierno local, describen un escenario de «presión asfixiante», «insultos» y «trato vejatorio» que, en el caso de Esther Fontán, llegó a provocarle un colapso psíquico en pleno pleno municipal, terminando en urgencias.
El origen de la purga, según Martínez Acón, fue su insistencia en que los cargos socialistas cumplieran con los estatutos y aportaran su parte del sueldo al partido. Una «discrepancia ética» que terminó en una persecución implacable.
La hipocresía del canal antiacoso de Ferraz
Lo más sangrante de este caso es que las exconcejalas aseguran que estos hechos ya fueron elevados a la dirección nacional del PSOE hace años. Sin embargo, Ferraz prefirió mirar hacia otro lado mientras Inés Rey fuera útil a los intereses de Pedro Sánchez y la cúpula gallega de José Ramón Gómez Besteiro. Ahora, tras verse ninguneadas, han acudido al canal anónimo reafirmando sus acusaciones bajo el amparo de la Ley del Informador (Whistleblowing).
La respuesta de la alcaldesa no ha sido la de actuar con la «transparencia» que exige a otros, sino la de descalificar a las víctimas calificando sus denuncias de «ajuste de cuentas» y «uso espurio» del canal ético. Una reacción que recuerda a los peores tics del autoritarismo partidista: si la denuncia viene de dentro, no es acoso, es «discrepancia política».
Un partido roto por los escándalos internos
El PSOE gallego es hoy un barco a la deriva donde las denuncias por acoso —sexual en el caso Tomé, laboral en el de Inés Rey— se han convertido en la tónica general. La gestión de Besteiro está bajo mínimos, incapaz de controlar unas agrupaciones locales donde el poder se ejerce a menudo mediante el miedo y la purga del disidente.
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