El diputado de VOX, Ramírez del Río, denuncia que «las importaciones han hundido el precio», dejando al productor vendiendo por debajo de costes
El sector citrícola español vive uno de sus momentos más dramáticos: miles de agricultores, asfixiados por precios ruinosos, están arrancando naranjos con maquinaria pesada porque ya no son rentables.
La culpa, según el campo, recae en la competencia desleal de importaciones masivas desde países como Marruecos, Sudáfrica y Egipto, que inundan el mercado europeo con fruta más barata, producida con costes laborales ínfimos y normativas laxas que permiten químicos prohibidos en la UE.
Vídeos virales muestran excavadoras derribando plantaciones enteras en Córdoba, con agricultores lamentando: «Estamos arrancando naranjos porque se merecen más estar en Sudáfrica, Egipto y Marruecos«.
El diputado de VOX, José Ramírez del Río, denuncia que «las importaciones han hundido el precio«, dejando al productor español vendiendo por debajo de costes, según informa El Debate.
Marruecos multiplica sus ventas a España
La producción nacional cae de 8 millones de toneladas hace años a solo 5,6 previstas para 2025/2026, mientras Marruecos multiplica por cuatro sus ventas a España (de 7.341 a 27.325 toneladas de enero a octubre) y Sudáfrica elimina aranceles coincidiendo con nuestra campaña.
Esta «invasión» no es nueva: acuerdos comerciales de la UE con terceros países priorizan el libre mercado globalista sobre la soberanía alimentaria española.
Fruta que trae plagas
Los agricultores cumplen estrictas normas ambientales y fitosanitarias, pero compiten con fruta que trae plagas –como la falsa polilla sudafricana, que cuesta millones– y residuos tóxicos. Revista Jara y Sedal y Huffington Post recogen testimonios de ruina total tras años resistiendo precios ridículos.
El campo español, pilar de nuestra economía rural y garantía de calidad, clama por cláusulas espejo: mismas reglas para todos. Basta de traicionar a nuestros productores por intereses foráneos.
…La naranja española, símbolo de trabajo duro y tradición, frente al dumping extranjero que destruye empleos y abandona el territorio.
