Los progres ofrecen un gran servicio a las personas decentes, porque son, literalmente, una brújula moral del revés
Querido Rambo: planteaste a la redacción de LA BANDERA, la resolución de una paradoja: Habida cuenta de que, como creyentes, sabemos que en la economía de Dios todo se aprovecha ¿Existe algo aprovechable del zurderío para el bien de la humanidad? La respuesta corta es ‘Sí’: los progres ofrecen un gran servicio a las personas decentes, porque son, literalmente, una brújula moral del revés.
Resulta complicado inferir qué puede aportarnos una recua de descreídos, seguidores de un zarrapastroso santoral laico integrado por asesinos, ladrones, terroristas, narcotraficantes, dictadores, pederastas, psicópatas, torturadores y genocidas. Pero usar la brújula es tan sencillo como saber que, si la merma defiende algo, hay que ir en dirección contraria; por bonita que suene su propaganda, el trasfondo será siniestro, criminal y totalitario.
Presunción de mendacidad con el zurderío
Respecto a los políticos y activistas woke, la brújula se usa aplicándoles la presunción de mendacidad, porque la mentira sistemática fundamenta de su ideología. Para un progre es lícito vender a la gente una cosa un día y al siguiente justo la contraria, según convenga, porque se la engaña por su bien.
Recuerda, Rambo, que para el apparáthnik izquierdoso la mentira es válida con el fin de pastorear una masa de gente que consideran de clase inferior, niñotes que ignoran lo que les conviene.
¿Por qué no hay que tragarse ningún escenario que propongan los woke?
Fracasada la patraña de la ‘lucha de clases’ en el mundo libre, los cabecillas izquierdistas secuestraron reivindicaciones que sonaban bien en su propaganda y con las que cualquier persona decente está de acuerdo.
Literalmente se las robaron a sus verdaderos impulsores, e incluso llegaron a inventarse que algunos eran supuestos izquierdistas para infectar así de ideología esa lucha ajena y vender la mentira de que, o se es de su cuerda, o no se es un ‘auténtico’ ecologista, feminista, etc.

Usemos la brújula, Rambo: tenemos, por ejemplo, una formación progre que vende una iniciativa de protección de la fauna y pide el apoyo de tu voto y tu dinero. A poco que se investigue, se descubre que sirve para jibarizar el sector primario de tu país por pura ideología e intereses de terceros -generosos pagadores, además-; el bienestar animal es la excusa, no el fin.
Como ya ocurre en España con la adopción medidas animalistas radicales, se disparó el número de depredadores que atacan al ganado y, en paralelo, la población de especies cinegéticas que arrasan a su vez cultivos, ecosistemas protegidos y parques naturales. Esa es otra tara distintiva del delirio izquierdoso: destruyen aquello que dicen proteger.
Activistas del zurderío, pero sólo la puntita
A veces no resulta tan evidente el engaño, pero sólo tienes que comprobar, Rambo, si quienes promueven campañas lo hacen de continuo o sólo según convenga; si los ‘ecologistas’, ‘LGTB con muchas siglas’ o ‘feministas’, por ejemplo, muestran el más mínimo interés si los que dañan a quienes supuestamente defienden son seres de luz izquierdistas.
En ese sentido, por ejemplo, llevo una temporada buscando sin éxito protestas zurdas por los terroríficos experimentos con ‘animales trans’ gracias a millones públicos concedidos por el anterior gobierno woke estadounidense. Del mismo modo, tampoco me esfuerzo ya en encontrar izquierdistas mostrando su apoyo a la última mujer agredida, violada o asesinada por culpa de los habituales ‘casos aislados’ y la islamización.
Consecuencias. Si algún woke se cae del guindo por sufrir en sus carnes los efectos de semejante delirio ideológico y se le ocurre protestar -con sordina, matizando y recordando que pertenece al zurderío toda su vida- el ingenuo pasa a ser tachado de ‘fascista’ y apartado del rebaño.
A ese zurdito herido, al fin y al cabo una víctima de sí mismo, puedes prestarle tu brújula, Rambo: la graduamos gracias a él.








