El Ayuntamiento de Barcelona, bajo el liderazgo del socialista Jaume Collboni, ha anunciado un nuevo proyecto urbanístico en el entorno de la Sagrada Família con el objetivo de reducir la masificación turística en la zona. La iniciativa, que supondrá una inversión de 2,7 millones de euros, prevé la creación de un espacio de 6.200 m² en la calle Marina, conectando la Plaza de Gaudí con la escalinata principal del templo, justo frente a la icónica fachada del Nacimiento.
Este proyecto forma parte del denominado Plan de Acción de Espacios de Gran Afluencia (EGA), con el que el consistorio pretende intervenir en 16 zonas consideradas “masificadas”. Sin embargo, esta iniciativa no está exenta de críticas, ya que llega en un momento en el que Barcelona enfrenta problemas más urgentes, como la inseguridad creciente, el deterioro del espacio público, el aumento de la okupación ilegal y la crisis de acceso a la vivienda.
Según la teniente de alcalde de urbanismo, Laia Bonet, las obras darán inicio en septiembre de este año y concluirán en abril de 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Antoni Gaudí. Bonet ha defendido el proyecto asegurando que la nueva plaza será un “espacio versátil para encuentros populares” y servirá como un acceso más ordenado al monumento.
La intervención afectará el tramo de la calle Marina comprendido entre Mallorca y Provença, y ha sido diseñada para iniciarse tras la temporada alta con el fin de minimizar el impacto en la circulación y la actividad económica de la zona. Jordi Valls, teniente de alcalde y regidor del distrito, ha señalado que en los últimos meses ya se han realizado algunas actuaciones previas, como la retirada de mobiliario urbano en desuso y bicicletas abandonadas. También ha reconocido que antes del inicio de las obras será necesario realizar ajustes en la movilidad, dependiendo del número de intervenciones necesarias.
El diseño de este nuevo espacio está inspirado en una propuesta del arquitecto Rubió y Tudurí de 1977, aunque con modificaciones para adaptarlo a las necesidades actuales. No obstante, esta remodelación no será la única: el Ayuntamiento tiene previsto gastar hasta 15,5 millones de euros en un total de 37 actuaciones en la zona hasta el año 2027, con la intención de reducir el impacto turístico y recuperar espacios urbanos para los vecinos.
Este importante desembolso en proyectos de urbanismo contrasta con la situación que vive la ciudad en otras áreas prioritarias. Barcelona sigue enfrentando una creciente sensación de inseguridad, con datos que reflejan un aumento de los delitos en el espacio público, problemas con la okupación ilegal y una crisis habitacional que expulsa a los residentes de los barrios más céntricos. Mientras el Ayuntamiento destina millones de euros a transformar el entorno de la Sagrada Família, muchos ciudadanos siguen reclamando más recursos para reforzar la seguridad, mejorar la limpieza de las calles y garantizar el acceso a una vivienda asequible.
Aunque el gobierno municipal insiste en que este plan urbanístico contribuirá a ordenar el flujo de turistas y mejorar la convivencia en el barrio, hay quienes consideran que estas inversiones no están alineadas con las verdaderas prioridades de la ciudad. Mientras se financian proyectos de embellecimiento urbano, siguen sin resolverse problemas estructurales que afectan a miles de barceloneses en su día a día.








