La creciente implantación de megaplantas solares en la provincia de Jaén ha generado una oleada de inquietud, no solo entre los vecinos de la Campiña Norte, sino también en medios de comunicación franceses, que han calificado la situación como incomprensible por el impacto que supone sobre el patrimonio agrícola andaluz.
Según informó JaénHoy, varios municipios jiennenses —Arjona, Lopera y Marmolejo— están viendo cómo avanzan expropiaciones forzosas para permitir la construcción de grandes instalaciones fotovoltaicas, afectando a más de 100.000 olivos, muchos de ellos centenarios. Esta iniciativa, impulsada desde noviembre del pasado año con el visto bueno de la Junta de Andalucía, ha provocado un fuerte rechazo social y político a nivel local.
Frente a estas actuaciones, agricultores y propietarios han constituido la plataforma Campiña Norte contra las megaplantas fotovoltaicas, desde donde denuncian que han sido forzados a elegir entre perder sus tierras o cederlas en arrendamiento durante 30 años. Además, critican que muchas de las obras están comenzando sin contar con permisos municipales.
El caso ha trascendido fronteras. Publicaciones como France24, L’Express o 20minutes han recogido las quejas de los agricultores de Jaén. Para Diane Cambon, periodista de Radio France International, “no se entiende el interés por destruir olivares centenarios” para implantar una energía que, según denuncia, ni genera empleo local ni beneficia directamente a los pueblos afectados. «Es un símbolo agrícola que forma parte del paisaje europeo», añadió.
La situación contrasta con el enfoque francés hacia las energías renovables
Como relató la periodista Noemie, también de RFI, en Francia se paralizó recientemente un parque eólico por la muerte de dos águilas protegidas. “Aquí —explicó— hay una conciencia medioambiental mucho más vigilante”, subrayando que incluso en territorios agrícolas se impide expropiar con facilidad.
El portavoz de la plataforma jiennense, Rafael Alcalá, ha señalado que esta política energética no solo amenaza el medio ambiente, sino también la viabilidad económica de miles de familias, al destruir su principal fuente de ingresos. “Se está arrancando el pan del campo para beneficiar a grandes empresas que venderán la electricidad fuera de España”, denunció.
Mientras tanto, las protestas —que incluyen manifestaciones, tractoradas y demandas judiciales— continúan. Pero el malestar no deja de crecer al ver cómo, en palabras de Cambon, “no hay reacción a nivel nacional pese a la gravedad del asunto”. En Francia, asegura, una situación similar generaría movilizaciones masivas.








