La utopía digital se desmorona: los ‘guardianes de la moral’ pierden su empleo entre lágrimas, psicólogos y comunicados sindicales. Meta apaga la pantalla de la censura tras años jugando a ser juez y parte de internet.
Barcelona | 4 de mayo de 2025 — En una sacudida digna de Silicon Valley pero sufrida en plena Torre Glòries, Meta la megaempresa estadounidense capitaneada por el inefable Mark Zuckerberg ha pulsado el botón rojo: más de 2.000 trabajadores de la empresa de moderación Telus International han sido despedidos en masa. Se va por el desagüe digital uno de los experimentos sociolaborales más estrambóticos de la última década: la contratación en masa de jóvenes treintañeros (y no tan jóvenes) dedicados a vigilar el pensamiento ajeno desde una pantalla.
Según el acuerdo oficial, la compañía aplicará un ERE que afectará a 2.059 empleados. Telus, firma canadiense que operaba como tapadera subcontratada de Meta para tareas de moderación de contenidos, pone fin a su estancia en Barcelona. Meta, por su parte, se lava las manos como Poncio Pilato y deja que los sindicatos se entretengan negociando indemnizaciones mientras la estructura global del gigante sigue intacta.
¿Un ERE o el fin del imperio del click moralista?
Lo que los medios tibios califican de “ERE” no es más que la caída del cuartel general de la censura digital en España. Allí, en las oficinas del 26.º piso de la Torre Glòries, se decidía qué se podía decir en Facebook e Instagram y qué no. Una élite anónima de ‘moderadores’ que —lejos de garantizar seguridad en redes— ejercía como ejército ideológico camuflado tras la excusa de “contenido sensible”.
Y todo por un sueldo relativamente cómodo, aire acondicionado, sillones ergonómicos y algún que otro taller de meditación emocional para lidiar con las imágenes “traumáticas” que, según denunciaban algunos, afectaban gravemente su salud mental. ¡Quién lo diría! Los mismos que eliminaban publicaciones de agricultores, padres preocupados o humoristas por “contenido ofensivo”, ahora claman por justicia tras quedarse sin empleo. Irónicamente, la cultura de la cancelación parece haberlos alcanzado también a ellos.
Un final previsible para un modelo insostenible
Según fuentes internas, Meta ha decidido prescindir del servicio de moderación europeo desde Barcelona por “razones estratégicas”. Traducido del lenguaje de Silicon Valley: los costes eran demasiado altos para una plantilla de trabajadores que, más que trabajar, se dedicaban a denunciar memes, videos virales y publicaciones inofensivas con celo de inquisidor posmoderno.
Durante años, los trabajadores alegaban estrés postraumático y presiones psicológicas. Incluso se presentaron demandas por “daños emocionales”. Pero ¿quién fiscalizaba su poder para silenciar? ¿Quién auditaba sus decisiones, sus sesgos, sus ideas políticas? Nadie. Ahora, esos mismos rostros anónimos que dictaban lo que millones podían ver, compartir o decir en redes sociales, lloran la pérdida de un puesto que convertía la censura en empleo fijo.
Sindicatos al rescate, entre llantos y pancartas
Como era de esperar, los sindicatos han salido en tromba. Llamamientos a la “dignidad laboral”, ruedas de prensa, hashtags. Todo el manual. El acuerdo cerrado establece 33 días por año trabajado con un tope de 24 mensualidades. Una cifra que ya quisieran para sí muchos autónomos, transportistas o agricultores arruinados por la burocracia verde y la digitalización salvaje.
Pero eso no basta. La narrativa oficial quiere convertir a los despedidos en mártires contemporáneos de la era digital. Víctimas de un sistema que, en realidad, alimentaron gustosamente mientras pudieron cobrar sin que nadie revisara su trabajo real.
Cataluña pierde 2.000 empleos… pero gana libertad digital
No se puede negar que el cierre de este centro supone una pérdida económica para Barcelona, especialmente tras el cierre de Nissan o los vaivenes de otras grandes multinacionales. Pero también abre una ventana de oportunidad para repensar el modelo productivo catalán: ¿de verdad queremos ser sede de centros de censura? ¿De empresas extranjeras que imponen códigos morales desde Silicon Valley?
Meta ya ha deslocalizado buena parte de estos servicios a países donde la mano de obra es más barata y menos exigente con la «salud mental». Porque, aunque suene duro, la censura no necesita conciencia social, solo clics eficientes y obediencia ciega. A la postre, ni el progresismo digital ni la hipersensibilidad de Occidente caben en el modelo global.
Un aviso para navegantes
Lo ocurrido en Barcelona es un síntoma más del desmoronamiento de la burbuja tecnológica aliñada con ideología. Los mismos que se creían indispensables, los que levantaban la ceja ante cualquier contenido “problemático”, los que usaban banderas de colores en sus perfiles como escudos morales… han sido sustituidos por algoritmos y trabajadores sin sindicato al otro lado del mundo.
El ciclo se cierra. Se apaga la pantalla. Y entre quejas por las condiciones de despido, quedará la lección amarga de que no se puede construir una carrera profesional sobre censurar al vecino.









Lun 05 mayo 2025 @ 18:24
Sin ninguna duda, la mejor noticia del día.
Mar 06 mayo 2025 @ 22:06
Telus International no puede verlo, pero estoy levantando un dedo…