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Europa es la Casa de los Europeos

La Crisis Actual y la Necesidad de Reflexión

A raíz de los disturbios en Francia, el intento de la izquierda por caldear los ánimos de los inmigrantes africanos en Canarias y sobre todo, debido a la persecución atroz del régimen de Ramaphosa a los granjeros blancos (un bulo, según la prensa tradicional) surge la necesidad de revaluar no ya las políticas migratorias de Occidente (temerarias y negligentes) sino nuestra propia existencia.

Justificaciones del Pasado

En la Edad Moderna, la esclavitud de subsaharianos se justificaba con una supuesta ausencia de alma que justificaba tratarlos como mercancía. La independencia de Estados Unidos o el Humanismo Francés no cambió esa realidad: la Constitución Estadounidense establecía la libertad de los ciudadanos y los derechos de los hombres mientras los teóricos franceses pontificaban sobre la necesaria eliminación de los Estamentos, pero todo eso convivió con enormes latifundios cuyo rédito era la mano de obra esclava.


El siglo XIX fue la época del colonialismo y el darwinismo social: bajo la premisa de que los demás pueblos no eran civilizados, se justificó el imperialismo y el reparto de África y el Sudeste Asiático por las Potencias Coloniales Europeas.
A mediados del siglo XX, presionados por la URSS y Estados Unidos, que querían su trozo del pastel, las Potencias Europeas, devastadas tras la Segunda Guerra Mundial, iniciaron la descolonización y los incipientes Estados, delimitados con escuadra y cartabón, acabaron en uno u otro bando con gobiernos títeres que iban cambiando según los golpes de mano de los Bloques en el contexto de la Guerra Fría. Seguían siendo percibidos como poco civilizados y esto justificaba la intervención para que se pudieran desarrollar.

La Continuidad del Paternalismo en el Siglo XXI

En el siglo XXI ha cambiado el continente pero no el contenido: el paternalismo progre es igual de supremacista y paternalista. ONGs que funcionan como auténticas corporaciones, fondos de inversión y políticos sin escrúpulos, se siguen lucrando a costa de África, pero ahora la mercancía, la materia prima, el negocio, son las personas. Nada ha cambiado por tanto.
¿O acaso creen que en los siglos anteriores, cuando se procedía al reparto de África, los europeos no pensaron que estaban haciendo lo correcto? La población de la época vivió ese momento histórico como una gesta civilizadora.
Lo que subyace aquí es el mismo racismo de los siglos pasados, una mirada condescendiente hacia el continente africano.

El Negocio de la Inmigración y sus Consecuencias

Ingentes contingentes humanos son movilizados, hipotecando sus propiedades y endeudando a sus familias, iniciando una dura travesía por el desierto y arrojándose al Atlántico y al Mediterráneo, tornados ahora en gigantescos osarios donde los cadáveres de los africanos se amontonan, por la promesa del Sueño Occidental, para el lucro de las mafias.

El último eslabón de estas mafias, las ONGs que de no gubernamentales no tienen más que el nombre, los acercan a puerto y se encargan de su manutención, confinándolos en modernos «campos de concentración» que depauperan la seguridad de nuestros barrios.Y es entonces cuando estos africanos descubren que el sueño europeo se torna en pesadilla y que han sido engañados.

Estos «campos», con instalaciones insuficientes, son un hervidero de proxenetismo, violencia, enfrentamientos tribales y drogas. Y todo esto es silenciado por los medios.

Políticas Migratorias y sus Efectos

A veces, por el interés electoralista de algún líder del bipartidismo, se procede a una regularización masiva. Algo que compromete seriamente la estabilidad de nuestros países y que supone un agravio no sólo para los europeos, también para aquellos extranjeros que emigraron haciendo las cosas bien. Pero esto no cambiará la realidad de los africanos. Sin estudios, sin conocer las costumbres de los europeos, sin saber siquiera en muchos casos el idioma nativo, acaban condenados a realizar trabajos marginales o directamente a delinquir.


Un progre justificará todo lo mencionado diciendo que harán los trabajos que no queremos los europeos (es decir, que quiere que sean siervos, en lugar de dignificar esos empleos, es más, ese dumping laboral los depaupera aún más). O que todo esto está bien porque huyen de la miseria (esto no arregla el problema, lo esparce, porque mientras no se oferte trabajo en sus países y se controle la natalidad, África seguirá siendo una bolsa de pobreza que expulsa continuamente a millones de seres humanos, que Europa no tiene la capacidad de asimilar).

La Amenaza a la Identidad Europea

Europa es la casa de los europeos. El fenómeno migratorio, una «invasión» encubierta más bien para el lucro de los «traficantes de esclavos modernos», pone de relieve nuestro propio derecho a existir y a tener un hogar. El mal llamado multiculturalismo, la tercermundialización de Occidente, conduce de manera inexorable a la destrucción de nuestro hogar, que es el resultado del esfuerzo colectivo de todos nuestros antepasados por fraguar el único lugar del planeta en el cual la libertad, la igualdad ante la ley y el derecho a la propiedad son respetados, aunque cada día un poco menos.


El primer paso fue la negación misma de nuestra existencia. Cuando se niega la realidad de que existen poblaciones, llamadas anteriormente razas, no tiene sentido la preservación porque no hay nada que proteger. El relativismo moral pone en duda que nuestros valores, repito, legado heredado de nuestros ancestros, son algo digno de mantener, pero esos valores son los que permitieron que gocemos de los derechos y la calidad de vida que a día de hoy tenemos.

El Derecho a Existir

Los europeos tenemos derecho a existir. Tenemos derecho a preservar nuestro hogar. Esto no entra en conflicto con el derecho a existir y de tener un hogar de los africanos, por eso mismo debemos comprender que las políticas migratorias de Occidente son un parche que no soluciona el problema del Continente Negro. Y debemos entender también que, haciéndonos sentir culpables y responsables de lo que pasa al otro lado del mar, unos pocos se están lucrando traficando con personas y por el camino están destruyendo nuestra propia casa.

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