El PP se abstiene ante una propuesta de VOX para garantizar el uso del español en el Ayuntamiento de Barcelona
El debate sobre los derechos lingüísticos en Cataluña ha vuelto a saltar a primera línea política. Esta vez, el escenario ha sido el distrito de Sants-Montjuïc en Barcelona, donde una moción presentada por VOX, en colaboración con la asociación Convivencia Cívica Catalana, desató un tenso pleno en el que se cruzaron acusaciones, silencios incómodos y posturas que han dejado huella en el tablero político catalán.
La propuesta, centrada en garantizar el uso del castellano en las comunicaciones oficiales del Ayuntamiento, fue rechazada por todos los grupos municipales. Sin embargo, no fue el rechazo previsible de los partidos independentistas o de los comunes lo que acaparó titulares, sino la abstención del Partido Popular, una decisión que ha sido calificada por algunos analistas como un “acto de ambigüedad calculada” y por otros, como una “renuncia simbólica a la defensa de millones de castellanohablantes”.
¿Qué pedía exactamente VOX?
La moción presentada no se limitaba a una mera defensa simbólica del bilingüismo. Contenía medidas concretas:
- Garantizar el uso igualitario del castellano y el catalán en toda la documentación municipal.
- Informar a la ciudadanía sobre sus derechos lingüísticos.
- Implementar talleres de asertividad lingüística para el personal del Ayuntamiento.
- Exigir el cumplimiento de la Ley de Banderas, con la colocación de la bandera de España en el salón de plenos del distrito.
Desde VOX, el consejero Miguel Martínez Velasco fue tajante:
“Es intolerable que en Barcelona se invisibilice sistemáticamente el castellano en la cartelería, la documentación y las campañas municipales”.
También criticó la ausencia de símbolos nacionales en los espacios institucionales:
“Pondremos la bandera de España en este salón. No puede seguir siendo invisible en su propia casa”.
Estas afirmaciones provocaron una reacción airada por parte de consejero de izquierda y nacionalistas, con abucheos incluidos, lo que elevó la tensión del debate.
Una abstención que resuena más que un voto en contra
El voto que más ha dado que hablar, sin embargo, no fue el de los partidos claramente alineados con el catalanismo institucional. Fue el del Partido Popular, que se abstuvo sin dar una explicación clara durante el pleno. Este silencio ha tenido un eco ensordecedor entre asociaciones constitucionalistas.
Y es que, a pesar de que el PP, bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, ha reafirmado en repetidas ocasiones su compromiso con la enseñanza en castellano y la defensa de la cooficialidad, la decisión de no apoyar esta moción ha sido interpretada como un intento de evitar confrontaciones con el nacionalismo catalán y mantener un tono más institucional.
Desde VOX, las críticas no se hicieron esperar. “No se puede defender en Madrid lo que se deja de defender en Barcelona”, . Otras entidades, como Hablamos Español y Convivencia Cívica Catalana, han mostrado también su desconcierto ante la postura del PP.
“La administración no tiene derechos lingüísticos; los ciudadanos sí”, recordó Ángel Escolano, presidente de Convivencia Cívica Catalana. “El castellano es oficial en Cataluña y debe estar presente, sin complejos, en todas las comunicaciones públicas”.
El trasfondo: ¿Dónde queda la cooficialidad?
Barcelona es la capital de una comunidad autónoma oficialmente bilingüe. Sin embargo, en los últimos años, entidades como Convivencia Cívica Catalana han documentado lo que consideran una reducción progresiva del uso institucional del castellano en ayuntamientos, escuelas y servicios públicos.
El Gobierno de la Generalitat —controlado por fuerzas independentistas— y muchos municipios han impulsado el catalán como “lengua vehicular prioritaria”, en ocasiones relegando el castellano a un segundo plano o incluso omitiéndolo por completo.
La moción de VOX, pese a ser rechazada, ha logrado poner este tema de nuevo en el centro del debate público. Ha servido como catalizador para que sectores sociales y políticos que se sienten excluidos del modelo lingüístico actual vuelvan a alzar la voz.
Repercusiones más allá de Barcelona
El conflicto lingüístico no termina en Sants-Montjuïc. Según fuentes cercanas a VOX, el partido ya prepara mociones similares en distritos como Sarrià-Sant Gervasi, Les Corts y Horta-Guinardó. También se esperan iniciativas en ciudades clave como Hospitalet de Llobregat, Sabadell y Badalona.
Para el partido de Santiago Abascal, la cuestión del castellano forma parte de una agenda más amplia de defensa de la “legalidad constitucional”, de la unidad de España y de la igualdad de derechos entre ciudadanos, independientemente de la lengua que hablen.
No obstante, su tono combativo y su asociación con un discurso de confrontación cultural ha dificultado la creación de consensos más amplios en torno a este tema.
¿Un punto de inflexión?
Lo ocurrido este 8 de julio en el pleno de distrito de Sants-Montjuïc no es simplemente una anécdota local. Para muchos analistas, podría marcar el inicio de una nueva etapa de visibilización del malestar lingüístico entre parte de la población castellanohablante en Cataluña. También ha evidenciado las diferencias internas en el bloque constitucionalista, especialmente entre VOX y el PP, en torno a cómo abordar este conflicto.
El Partido Popular, al abstenerse, se encuentra en una posición delicada: corre el riesgo de perder credibilidad ante su electorado más firmemente defensor de la unidad nacional y del castellano, mientras intenta mantener puentes con sectores moderados y autonomistas.
En un contexto en el que el sentimiento de exclusión lingüística sigue latente para millones de ciudadanos, el silencio —o la tibieza— puede ser interpretado como complicidad. La pregunta es si los partidos con vocación de gobierno están dispuestos a afrontar este debate de forma clara, o si seguirán navegando entre la ambigüedad y el cálculo político.
Un debate que no ha terminado
La lengua en Cataluña no es solo un medio de comunicación: es un símbolo, un campo de batalla cultural, y también un termómetro de la igualdad entre ciudadanos. Lo que se juega en los plenos de distrito, como el de Sants-Montjuïc, es más profundo de lo que parece: se trata de si todos los ciudadanos, hablen catalán o castellano, se sienten representados y respetados por sus instituciones.
Aunque la moción no salió adelante, ha dejado una huella política. Ha forzado al resto de partidos a posicionarse, aunque sea a través del silencio. Y ha recordado que, en Cataluña, la cuestión lingüística sigue siendo una herida abierta que atraviesa ideologías, partidos y generaciones.








