Más de 1.500 africanos en condición irregular y con muy poco control pernoctan en unas carpas ubicadas junto al centro hospitalario militar
Existe gran preocupación en la ciudad de Cartagena ante lo que ya se puede calificar como una ‘okupación’ de inmigrantes ilegales africanos asentados junto a carpas en el Hospital Naval de Cartagena con el beneplácito del Gobierno del Sanchismo.
Lo hacen llamar CETI, e iba a ser un centro temporal de unos meses y con pocas personas. Ahora está masificado, con ampliación de carpas. Al tiempo, se están ejecutando obras en el edificio hospitalaria, en la planta baja, de forma alegal, obras denunciadas por el Ayuntamiento de Cartagena. La idea del Gobierno del Sanchismo es seguir recibiendo más ilegales: otros ya se asientan en centros permanentes e incluso lo han hecho en hoteles de tres estrellas de Cartagena.
Según las fuentes consultadas por LA BANDERA, son más de 1.500 las personas, con condición irregular, las que viven en el Hospital Naval de Cartagena; y cada vez son más.
Preocupación e inseguridad
Todo esto está generando “preocupación” y sobre todo “inseguridad” de algunos vecinos que residen cerca del centro hospitalario. No en vano, hace cinco días se produjo un allanamiento de un inmigrante en una autocaravana. Además, otros vecinos han confirmado a LA BANDERA que se ha producido hurtos en el parking cercano que se ubica junto a un centro comercial.
La situación es compleja ya que son muchos, jóvenes y muy atléticos, todos hombres, los que campan a sus anchas por muchas zonas de la ciudad durante todo el día y sin nada que hacer. La mayoría son tranquilos y van a su aire, hacen deporte y no generan aparentemente ningún problema. Así lo relatan los que viven cerca.
Musulmanes de origen somalí
No obstante, hay un grupo de estos inmigrantes, como el que allanó la autocaravana, que según fuentes cercanas consultadas por LA BANDERA, son musulmanes de origen somalí y esos sí están dando más que un quebradero de cabeza a los vecinos.
Y es que, según relatan a LA BANDERA, residentes del inicio de lo que se conoce en Cartagena como Tentegorra, en las urbanizaciones del Nuevo Rosalar, Rosalar, Puerta de Hierro, o en calles como Rosa de Jericó o Rosa de Damasco, temen por su seguridad.
“Existe preocupación de los vecinos por presencia de jóvenes del CETI…”. Así se muestran algunos de ellos. Pero los problemas quieren dejarlo claro, se centra en un grupo de no más de una veintena de personas.
Estos ilegales, nada más salir del centro, se apostan en una zona frente a viviendas unifamiliares, sobre cartones o encaramados a los árboles. Y allí dejan pasar las horas hasta altas horas de la noche.
“Nos sentimos vigilados”
Esto sucede muy cerca, a muy pocos metros de las viviendas. “Nos sentimos en desventaja numérica, nos sentimos vigilados, nos privan de privacidad e intimidad, beben alcohol, dejan allí los cartones de vino tinto, botellas, fuman…”.
Generan, en definitiva, miedo y mucha suciedad: restos de comida, ropa, ruidos y gritos, y en determinados estados, se pelean entre ellos. También rezan al mediodía puesto que son musulmanes. Y presuntamente, también se drogan.
Ante todo ello, “tenemos miedo”, y miedo de que les pase algo, tal y como está ocurriendo en cientos de localidades de toda España, o como lo sucedido en la vecina Torre Pacheco.
Quejas sin respuesta
Los vecinos han mostrado sus quejas a la Policía Nacional, Policía Local, Guardia Civil, Ayuntamiento de Cartagena… Pero la respuesta de momento es pobre. Ellos siguen asentados durante el día frente a las viviendas y en una zona que dejan repleta de basuras que los propios vecinos deben recoger.
Otra vecina de la zona afirma que se han acercado al centro de inmigrantes. “Allí, los guardias de seguridad me dan la razón”, al igual que muchos trabajadores de la organización ACCEM.
Aunque otros se ponen del lado de los inmigrantes. Les va en el sueldo. Además, cuando “mostré mis quejas, enseñé la basura que dejaban y que nadie limpia, me trató una trabajadora de ACCEM como una pija estirada. Me dijo que la calle es de todos”.
Por eso, en LA BANDERA damos voz a estos vecinos de Cartagena que sienten malestar, que viven con falta de seguridad. “No queremos que nos pase algo”. Y es que a veces, estos atléticos inmigrantes “están agazapados entre los árboles y las sombras, a muy poca distancia de las cases, parecen esconderse y cuando oscurece, da miedo”.








