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Nuevas imágenes desmontan el bulo del ataque con dron a la flotilla de los selfies propalestina

Ni un dron israelí, ni la colilla de un fumeta: un ‘marinero’ lanzó una bengala y cayó en su propio barco

Desde el comienzo de la campaña bulera sobre el inexistente ataque de la fuerza aérea israelí contra la menguante y fiestera flotilla de los selfies (y los streamings) propalestina, se mostraron imágenes harto sospechosas respecto a la versión divulgada por los propios activistas, con y sin carnet de prensa.

Quemó sus propios chalecos salvavidas

Finalmente, gracias a múltiples vídeos, se demostró que fue uno de los propios integrantes de la flotilla quien, por alguna razón, tuvo la clarividencia de lanzar una bengala con tan buen tino que cayó sobre su propio barco y quemó los chalecos salvavidas.

Mención aparte merecen la histeria y los lloros de los valientes activistas por una bengala, una entereza que les hará falta si, habiendo encontrado por fin la ubicación del mar Mediterráneo, logran también ubicar y arribar a una zona de guerra para realizar la correspondiente performance ultraizquierdista… sin chalecos salvavidas.

La versión oficial del Gobierno de Túnez: ‘No hubo ataque externo’

La Dirección General de la Guardia Nacional tunecina negó este martes que una de las embarcaciones de la Flotilla Sumud, que partió desde Barcelona hacia Gaza, recibiera un ataque por un dron mientras se encontraba atracada en el puerto de Sidi Bou Said.

Según el comunicado de las autoridades, recogido por ABC, el fuego que afectó a la embarcación “Family Boat” se originó en los chalecos salvavidas, aparentemente por la explosión de un encendedor o una colilla.

“No existe ningún acto hostil ni ataque externo”, aseguraron, pidiendo a la ciudadanía que se informe solo por “fuentes oficiales” y evite difundir rumores.

La flotilla de los selfies, a salvo de sus propios tripulantes

Finalmente, los nuevos vídeos acotaron la búsqueda del ‘atacante’ de la flotilla de los selfies: una bengala del propio barco, ni un dron kamikaze, ni un misil con la estrella de David en la ojiva, ni mucho menos una colilla de un fumeta que confundió con un cenicero el pañol de almacenamiento de los chalecos salvavidas.

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