Una persecución silenciada por buena parte de la comunidad internacional
Estados Unidos y Hungría han intensificado su colaboración en defensa de los cristianos perseguidos en diferentes regiones del mundo. En una reciente visita oficial a Washington, Tristan Azbej, secretario de Estado húngaro para la Ayuda a los Cristianos Perseguidos y líder del programa Hungría Ayuda, se reunió con representantes de la Administración Trump para fortalecer los lazos entre ambas naciones en torno a la defensa de la libertad religiosa.
“Mi objetivo fue consolidar alianzas gubernamentales y civiles para apoyar el trabajo de Hungría en favor de los cristianos perseguidos”, declaró Azbej tras su visita a Estados Unidos.
Durante las reuniones, ambas partes reafirmaron su compromiso compartido con los valores cristianos y expresaron su intención de seguir cooperando en múltiples ámbitos humanitarios y diplomáticos. La relación entre el gobierno de Viktor Orbán y la actual administración estadounidense ha experimentado un renovado impulso desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Defensa global de la libertad religiosa
En un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Trump destacó la urgencia de proteger el cristianismo, calificándolo como «la religión más perseguida del mundo». Además, hizo un llamado a la comunidad internacional a defender la libertad de expresión y garantizar la libertad religiosa sin distinción.
“Debemos proteger la libertad religiosa, especialmente para la fe más perseguida en la actualidad: el cristianismo”, afirmó Trump.
Reconocimiento internacional al programa Hungría Ayuda
Durante su gira por Estados Unidos, Tristan Azbej fue galardonado en Detroit con el premio Humanitario del Año, otorgado por la Fundación Comunitaria Caldea. Este reconocimiento destaca el trabajo del programa Hungría Ayuda, que ha brindado asistencia directa a comunidades cristianas vulnerables, especialmente en países como Irak.
El compromiso de Hungría con la defensa de los cristianos perseguidos se ha convertido en un eje central de su política exterior humanitaria, siendo uno de los pocos gobiernos europeos con una política explícita en este ámbito.








