Una “supertierra” que reaviva la esperanza de hallar vida más allá del sistema solar
El hallazgo de GJ 251 c, un planeta rocoso de casi cuatro veces la masa terrestre, podría marcar un antes y un después en la búsqueda de vida fuera del sistema solar. Situado a apenas 17 años luz de la Tierra, este mundo orbita una estrella enana roja en la llamada “zona habitable”, donde las temperaturas permitirían la existencia de agua líquida.
Los astrónomos del Observatorio McDonald en Texas, junto con investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, confirmaron la señal del planeta tras más de dos décadas de observaciones continuas. El descubrimiento se publicó en The Astronomical Journal y ya es considerado uno de los candidatos más prometedores para la exploración futura.
La zona habitable: donde la ciencia busca señales de vida
“Buscamos planetas como este porque son nuestra mejor oportunidad para encontrar vida más allá de la Tierra”, explicó Suvrath Mahadevan, astrofísico y coautor del estudio.
GJ 251 c se encuentra a una distancia perfecta de su estrella —ni demasiado cerca, ni demasiado lejos—, lo que permitiría mantener agua líquida si cuenta con una atmósfera estable.
Este concepto, conocido como la “zona Ricitos de Oro”, ha guiado la búsqueda de exoplanetas desde hace años. Sin embargo, la particularidad de GJ 251 c radica en su cercanía, lo que permitirá a telescopios como el James Webb o los futuros Telescopios Extremadamente Grandes (ELT) analizar su atmósfera con un detalle sin precedentes.
El hallazgo que tomó veinte años
El descubrimiento no fue casualidad. Se basó en una técnica conocida como bamboleo estelar, que detecta los pequeños desplazamientos de una estrella provocados por la gravedad de un planeta.
En este caso, el espectrógrafo HPF (Habitable Planet Finder) permitió medir mínimas variaciones en la luz de la estrella GJ 251, revelando la presencia de este mundo con un periodo orbital de 53,6 días.
La señal se confirmó con otro instrumento clave, el NEID, instalado en el Observatorio Nacional Kitt Peak (Arizona), descartando errores y afianzando la existencia del planeta.
Un laboratorio natural para los telescopios del futuro
GJ 251 c no solo entusiasma por su masa y posición, sino también por su potencial como ventana al estudio de atmósferas extraterrestres.
Los astrónomos creen que podría tener una superficie sólida y temperaturas templadas, ideales para buscar gases como el oxígeno o el metano, que en la Tierra están ligados a procesos biológicos.
Según los investigadores, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) podría estudiar este planeta en los próximos años, buscando biofirmas químicas que indiquen actividad biológica.
Un descubrimiento que llega en plena revolución astronómica
La confirmación de GJ 251 c coincide con una nueva era de exploración cósmica: telescopios más potentes, inteligencia artificial para procesar señales y un renovado interés público por la vida en otros mundos.
Los científicos sostienen que este tipo de hallazgos refuerzan la idea de que los planetas similares a la Tierra podrían ser más comunes de lo que se pensaba.
“El universo está lleno de lugares donde podría surgir la vida. GJ 251 c nos recuerda lo cerca que podríamos estar de encontrarla”, afirmó Mahadevan.
Un paso más cerca de responder la gran pregunta
La posible “supertierra” GJ 251 c se suma a una lista cada vez más larga de exoplanetas detectados alrededor de estrellas enanas rojas. Pero su cercanía lo convierte en un candidato único para buscar señales de vida.
A menos de veinte años luz, este pequeño mundo rocoso se perfila como un laboratorio natural para los telescopios de la próxima década, y una promesa para quienes aún miran al cielo con la eterna pregunta que nos une desde siempre:
¿Estamos solos en el universo?








