Lo que debía ser un día de otoño normal se convirtió en una pesadilla meteorológica. Entre la medianoche y las tres de la tarde, Sevilla registró 115 litros por metro cuadrado, la cifra más alta de la que hay constancia. Las lluvias anegaron calles, garajes, comercios y hospitales, dejando imágenes que muchos describen como “una película apocalíptica”.
Según datos de Emasesa, en apenas una hora cayeron 25 litros, el equivalente a una quinta parte de la lluvia que suele acumular la ciudad en todo un año.
“En 40 años nunca había visto Gravina convertida en un río”, aseguraba una vecina en el centro de la capital.
Caos en hospitales, metro y carreteras: una ciudad paralizada
Las imágenes se viralizaron en cuestión de minutos. En los móviles de los sevillanos circulaban vídeos de autobuses con el suelo cubierto de agua, el sótano de Zara convertido en cascada, coches flotando en plena calle Reyes Católicos y árboles caídos sobre avenidas principales.
El Hospital Virgen del Rocío y el Virgen Macarena activaron planes de emergencia para garantizar la seguridad del personal y los pacientes. El Metro de Sevilla suspendió la circulación entre Amate y La Plata, y decenas de pasajeros quedaron atrapados en trenes de Cercanías durante más de tres horas.
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Más de 600 incidencias en un día
La Policía Local cortó arterias clave como Luis Montoto, Tamarguillo, Carlos Marx o la SE-20, provocando un atasco monumental. El Ayuntamiento confirmó más de 600 incidencias entre rescates, árboles caídos y garajes inundados.
La Aemet había activado el aviso naranja, pero la magnitud del aguacero desbordó cualquier previsión. Los tanques de tormentas se llenaron completamente y el sistema de drenaje colapsó, dejando barrios enteros bajo el agua.
“No es solo la lluvia. Es la falta de limpieza en los imbornales”, denunciaban varios vecinos en redes sociales.
Una gestión en entredicho
El récord de lluvia no logra ocultar lo evidente: Sevilla no estaba preparada. Con cada aguacero serio, los desagües colapsan y los servicios de emergencia quedan desbordados. La falta de limpieza y mantenimiento vuelve a ponerse en el punto de mira.
Hace apenas un año, ante una alerta similar, la Junta de Andalucía suspendió las clases y fomentó el teletrabajo. Esta vez, la decisión no llegó a tiempo, y miles de ciudadanos quedaron atrapados en oficinas, colegios y transporte público.
Historias humanas tras la tormenta
Detrás de las cifras hay cientos de historias: un joven rescatando a un conductor atrapado, vecinos formando cadenas humanas para evacuar a personas mayores, y comerciantes intentando salvar su mercancía mientras el agua lo cubría todo.
En Carmona, un hombre resultó herido por el derrumbe de una pared. En Pilas, un centro de salud quedó anegado. Y en Gelves, un árbol cayó sobre el patio de una guardería, sin causar heridos por pura suerte.
“Fue un milagro que no hubiera víctimas”, reconoció un portavoz del 112.
El día en que Sevilla se hundió bajo el agua
Nunca antes la capital andaluza había vivido algo así. Con récord histórico incluido, la jornada deja una lección clara: la prevención salva más que la improvisación.
Mientras la ciudad comienza a secarse, las autoridades locales y autonómicas prometen analizar lo ocurrido para que no vuelva a repetirse.








