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Boom del enoturismo en España: las bodegas no dan abasto con las reservas de otoño de 2025

El otoño de 2025 está siendo histórico para el turismo del vino en España. Las principales rutas enológicas —de La Rioja a Rueda, pasando por Ribera del Duero y Priorat— cuentan sus plazas por agotadas.

El llamado enoturismo vive su mejor momento desde la pandemia: millones de españoles han cambiado la playa o el turismo urbano por experiencias entre viñedos, catas y escapadas gastronómicas.

Un fenómeno que no deja de crecer

Según la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN), las reservas de otoño se han disparado un 38% respecto a 2023, superando ya cifras prepandemia.

Las bodegas con hotel propio registran ocupaciones del 95%, y los tours de fin de semana se llenan semanas antes.

La tendencia ha dejado de ser elitista para convertirse en una experiencia popular y generacional: parejas jóvenes, familias y hasta grupos de amigos buscan planes sostenibles, tranquilos y, sobre todo, con sabor.

“La gente ya no viene solo a beber vino; viene a entenderlo”, explican desde una bodega de Haro (La Rioja).

De aficionado a experto: el auge de la cultura del vino

Lo que empezó como una moda se ha convertido en una nueva forma de ocio cultural. Cada vez más personas buscan comprender aromas, texturas y variedades, y no limitarse a brindar.

Internet ha jugado un papel clave en ese cambio: los cursos y blogs especializados son ahora una de las vías favoritas para quienes quieren aprender a catar vinos desde casa antes de visitar una bodega.

La digitalización del sector ha permitido que incluso pequeñas denominaciones de origen ofrezcan experiencias online, maridajes virtuales o sesiones de cata con sumilleres en directo.

Los destinos más buscados

El “boom” del vino tiene sus propias mecas:

  • 🍇 La Rioja Alta, donde la vendimia tardía ha dejado paisajes espectaculares.
  • 🍷 Ribera del Duero, con una ocupación hotelera del 98% y listas de espera para visitas.
  • 🥂 Rías Baixas, que combina el vino con la gastronomía gallega y rutas costeras.
  • 🌄 Priorat y Penedès, en Cataluña, donde el vino se mezcla con la arquitectura modernista y la cultura rural.

El perfil del turista ha cambiado: viaja menos lejos, pero gasta más. El gasto medio por estancia supera ya los 250 euros por persona, según datos de Turespaña.

La generación Z también brinda

Contra todo pronóstico, los más jóvenes también se han sumado a la fiebre vinícola. Las redes sociales —especialmente TikTok e Instagram— están llenas de vídeos sobre cómo distinguir un vino afrutado de uno mineral, o cómo servir correctamente una copa de crianza.

Los wine influencers y los sommeliers digitales están acercando el lenguaje del vino a una generación que antes lo veía como algo “de adultos”.

“Ya no es postureo, es cultura”, comentan en las escuelas de hostelería, donde los cursos de cata se han triplicado este año.

El reto: sostenibilidad y autenticidad

El crecimiento ha traído también desafíos. Muchas bodegas alertan del riesgo de “turistificar” un sector que requiere tiempo, silencio y respeto por la naturaleza.

Para mantener el encanto del vino, el reto pasa por limitar aforos, priorizar visitas de calidad y proteger el paisaje vitivinícola.

En La Rioja o el Penedès, varias cooperativas ya han implantado cupos diarios de visitantes y rutas sostenibles, reduciendo el uso de vehículos y priorizando transporte eléctrico o en bicicleta.

Un otoño con sabor a vino (y a experiencia)

España confirma su posición como potencia mundial enoturística, por encima de Francia e Italia en crecimiento de visitas. El vino ha dejado de ser solo una bebida: es cultura, identidad y experiencia.

Y para quienes quieran iniciarse en este mundo sin salir de casa, existen guías completas para aprender a catar vinos y comprender por qué detrás de cada copa hay historia, tierra y emoción.

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