Xi Jinping deja de considerarlo un sector estratégico, entre guerras de precios internas y tensión con occidente por los aranceles
China, el país que hasta hace poco lideraba la revolución de la movilidad eléctrica, acaba de dar un giro sorprendente en lo que podría ser un desinflamiento de la burbuja del coche eléctrico chino.
En el borrador del decimoquinto plan quinquenal del Partido Comunista de China (PCCh), los vehículos eléctricos desaparecen de la lista de “tecnologías estratégicas emergentes”. Un movimiento que analistas interpretan como el inicio del fin de una era que transformó la industria automovilística mundial.
De motor de crecimiento a sector saturado
Durante más de una década, señala Epoch Times Alemania, Pekín impulsó con fuerza el desarrollo de los llamados “vehículos de nueva energía”. Miles de millones en subvenciones y ventajas fiscales convirtieron a China en el mayor productor y consumidor global de eléctricos.
Gigantes como BYD o Geely llegaron a dominar la cadena de suministro mundial, con una producción de 12 millones de unidades en 2024, según la Agencia Internacional de la Energía.
Pero el éxito trajo su propio colapso. Con más de 200 fabricantes compitiendo a precios cada vez más bajos, el mercado interno se saturó. Una guerra de precios feroz hundió los márgenes de beneficio y desató el caos. En agosto, BYD anunció una caída del 30 % en su beneficio neto, mientras el Wuling Binguo o el BYD Seagull se venden hoy por menos de 9000 euros.
Un mercado que se canibaliza
Las rebajas han beneficiado al consumidor, pero también crearon un efecto perverso: muchos compradores posponen la compra esperando descuentos aún mayores. Las empresas, acorraladas, recortan calidad o gastos en seguridad. “Estamos ante una espiral descendente”, reconocen fuentes del sector.
El Ministerio de Industria chino ya ha convocado a los grandes fabricantes —entre ellos BYD, Xpeng y Zeekr— para exigirles “autodisciplina” y pagos rápidos a proveedores. Pekín teme un colapso industrial con graves consecuencias sociales y financieras.
Tensión comercial con Occidente
El otro frente del problema está fuera de sus fronteras. Para aliviar el exceso de producción, China intentó colocar sus coches en Europa y Estados Unidos. El resultado: un muro de aranceles del 100 % en EE. UU. y del 45 % en la Unión Europea, por prácticas consideradas desleales.
En el nuevo plan económico, China apuesta ahora por la biotecnología, el hidrógeno y la energía de fusión, dejando atrás al coche eléctrico como emblema de modernidad. En palabras de Xi Jinping, el objetivo es fomentar “nuevas fuerzas productivas de alta calidad”, centradas en la eficiencia y no en la expansión desmedida.








