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La Administración Trump impulsa la industria del carbón y declara el fin del «alarmismo climático»

El presidente de Estados Unidos ampliará en 625 millones de dólares los programas para impulsar la industria del carbón nacional

La administración de Donald Trump ha dado un paso decisivo para reforzar la industria del carbón en Estados Unidos, alejándose de la agenda climática global. Tras su decisión de abandonar el Pacto de París, ahora el gobierno anuncia una inversión de 625 millones de dólares para modernizar las centrales de carbón y garantizar su funcionamiento, con el objetivo de reducir costes energéticos y fortalecer la competitividad industrial del país.

Christopher Wright, secretario de Energía, explicó en una entrevista con FOX Business que el carbón es “esencial para el poder industrial de Estados Unidos”, destacando que el país cuenta con enormes reservas de carbón con un potencial productivo significativo. Actualmente, el carbón es la tercera fuente de electricidad en EE. UU., después del gas natural y la energía nuclear, y sigue siendo clave para sectores estratégicos como la producción de acero y cemento.

Wright enfatizó que los fondos asignados se destinarán a modernizar las plantas de carbón existentes, mantenerlas en funcionamiento y dotarlas de tecnologías más limpias y eficientes. A pesar de las políticas previas que buscaban limitar su uso, el secretario subrayó que el carbón tendrá un futuro sólido dentro de la matriz energética estadounidense: “Es fundamental para nuestro país”, afirmó.

Además, la administración Trump planea incrementar las exportaciones de carbón y aprovecharlo en la reindustrialización del país, estimando que seguirá aportando entre 15% y 16% de la electricidad nacional. Según Wright, esta estrategia permitirá reforzar la industria y la independencia energética, mientras se contrarrestan las políticas de cierre de plantas promovidas por la administración Biden y algunos gobernadores demócratas.

Para la Casa Blanca, el enfoque globalista sobre el cambio climático representa una amenaza económica y social, y la nueva política energética de Trump busca recuperar el sentido común en la industria, proteger empleos y consolidar la posición de Estados Unidos como líder industrial.

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