Detrás se esconde el ‘carné digital europeo’ que impondrá control y vigilancia, y la pérdida de libertad personal “por el bien del planeta”
La Comisión Europea continúa su cruzada contra los conductores de coche. Como señala la web Motor, “esta vez nos trae una norma que forzaría a los conductores a volver a sacarse el carné de conducir cada diez años y asumir costes de renovación mucho más elevados.
Y evidentemente, han surgido voces muy críticas. En realidad, se trata de “otro examen más, otra tasa más y otro invento burocrático de esos que nos acaban costando dinero, tiempo y paciencia”.
La Comisión Europea de Ursula von der Leyen ha impulsado una directiva que nos obligará a renovar el carné de conducir cada diez años (cinco si pasas de los setenta) bajo la excusa de la seguridad vial. Pero lo que hay detrás, como casi siempre, “huele más a control férreo que a prevención”, señala Motor.
La realidad tras este cambio que quiere impulsar Von der Leyen es el carné digital europeo, el que ya hemos hablado en LA BANDERA. Un sistema que almacenará nuestros datos, nuestras sanciones y, de paso, nuestro historial como conductores. Oficialmente servirá para “armonizar” las normas entre países. “Extraoficialmente significa que el coche, la administración y hasta el algoritmo sabrán más de ti que tu propia familia”.
La UE promete más seguridad, menos accidentes y una conducción responsable, pero en la letra pequeña aparecen los temidos “cursos de reciclaje” para mayores de 65 años, que por ahora serán voluntarios. Cada curso de estos costará sus buenos 150 o 200 euros, a sumar al reconocimiento médico, las tasas…
Identidad digital europea
La digitalización del carné está prevista para 2030 y se presenta como el gran avance del sistema. Pero “cada documento digital deja más rastro que una mancha de aceite usado”, señalan los expertos. Bruselas quiere integrar el carné en la identidad digital europea (eIDAS 2.0), una especie de billetera única que concentrará tus datos personales, bancarios y, cómo no, los de tráfico.
El problema no es ya tecnológico, sino filosófico, porque un carné digital conectado a tu historial de conducción permitirá cruzar datos de velocidad, multas, hábitos de viaje y consumo energético. Es decir, convertir cada desplazamiento en una línea de código completamente rastreable. Se venderá como un paso hacia la eficiencia y la sostenibilidad. Sin embargo, el resultado final será una base de datos europea de conductores con información en tiempo real de todos. Control y vigilancia.
Registro de emisiones
Además, si el carné digital se vincula al registro de emisiones, como ya se plantea, cada renovación podría llevar asociada una tasa “ecológica” adicional que te impida conducir por no tener dinero para cambiar de coche.
De este modo, conducir se convierte en un privilegio reservado a ciertas clases y el sistema sabrá cuántos kilómetros haces, cuánto contamina tu coche y hasta si usas el vehículo fuera de zonas de bajas emisiones. Todo estará perfectamente controlado “por el bien del planeta”. Como apunta Motor, “la libertad individual al volante se evapora poco a poco entre formularios digitales y decretos sin debate parlamentario”.








