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Marlaska arremete contra la Ertzaintza por publicar la nacionalidad de los detenidos: el ministro vuelve a esconder los datos que no le convienen

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha desatado otra tormenta política al cargar contra la Ertzaintza por publicar la nacionalidad de los detenidos en el País Vasco.

Su argumento: “no es necesaria para prevenir delitos”.

Una frase que ya forma parte del manual del ministro: minimizar, relativizar, diluir datos que podrían incomodar al relato oficial del Gobierno.
Y, una vez más, no cuadra con lo que están viendo los propios cuerpos policiales.

Durante su intervención en Metafuturo 2025, Marlaska aseguró que ni el origen ni el pasaporte aportan información relevante para prevenir criminalidad.

Una afirmación difícil de sostener cuando expertos europeos, unidades de análisis criminológico y cuerpos de seguridad de media Europa trabajan con este tipo de variables como parte de sus perfiles de riesgo.

La Ertzaintza quiere transparencia. Marlaska quiere silencio

Aquí hay un choque frontal:

  • La Ertzaintza publica la nacionalidad porque lo considera parte de la información objetiva y completa de cualquier detención.
  • Marlaska quiere eliminarlo porque, según él, “no aporta nada”.

Y la pregunta vuelve a ser inevitable: ¿A quién beneficia ocultar un dato objetivo sobre delincuencia?

La posición oficial del ministro se derrumba al revisar casos como el magrebí reincidente detenido en Vitoria por el salvaje robo a una anciana, donde la procedencia y el historial del detenido sí fueron claves para valorar su peligrosidad y reincidencia.

Ocultar datos no elimina los problemas. Solo elimina la capacidad de medirlos.

El ministro invoca la “no estigmatización”, pero evita hablar de seguridad

Marlaska justifica su rechazo alegando que publicar la nacionalidad puede “estigmatizar” a personas.

Pero eso confunde concepto:

Dar un dato no estigmatiza.

El dato describe, cuantifica, permite analizar patrones.

Estigmatizar sería señalar a colectivos por lo que no hacen. Publicar estadísticas es informar.

Y cuando un ministro del Interior hace equilibrios retóricos para esconder datos duros, lo que percibe la ciudadanía no es protección… sino opacidad.

Más aún cuando en España se han vivido picos de violencia y disturbios, como ocurrió cuando la delincuencia se desató en las calles durante las protestas Free Palestina, donde cuerpos policiales denunciaron falta de medios mientras Interior aseguraba que “todo estaba bajo control”.

La distancia entre discurso oficial y realidad empeora cada mes.

La nacionalidad NO determina delitos… pero SÍ ayuda a analizarlos

El ministro repitió en el Congreso su frase habitual:

“La criminalidad no depende de la nacionalidad”.

Cierto… pero incompleto. Nadie dice que un pasaporte determine un delito.

Lo que dicen los criminólogos es que los datos completos permiten identificar patrones:

  • tipos de delito,
  • modus operandi,
  • reincidencia,
  • actividad de grupos específicos.

Por eso cuerpos policiales europeos, Europol e Interpol incluyen origen y nacionalidad en sus informes. Por eso España también lo incluía hasta que Marlaska llegó al cargo.

La realidad es simple: La información es útil. El silencio no.

¿“Prevención” o censura estadística?

La Ertzaintza ha empezado a publicar nacionalidades porque jueces, fiscales y responsables de seguridad lo consideran relevante.
No es un gesto político.
No es un señalamiento.
Es un dato.

Pero Marlaska insiste en que no se publique y, una vez más, deja la sensación de que Interior quiere controlar la narrativa más que controlar la seguridad.

Algo parecido ocurrió tras diversos atentados o ataques violentos en Europa, como el atentado islamista contra la sinagoga de Mánchester: la nacionalidad y el origen fueron fundamentales para reconstruir las redes y motivaciones del atacante.

Datos que aquí, según el ministro, “no son necesarios”.

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