El foco de este presunto fraude no apunta a un funcionario menor, sino a figuras clave del círculo de confianza personal de Zelenski
La ayuda incondicional de Occidente a Ucrania vuelve a ser puesta en entredicho por un escándalo de corrupción que ha estallado en el corazón del poder en Kiev, salpicando directamente al entorno más íntimo del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
Una red de desvío de fondos que asciende a 100 millones de dólares, procedente de la empresa energética estatal Energoatom, demuestra que, mientras el contribuyente europeo y americano se aprieta el cinturón para enviar recursos, la vieja lacra de la cleptocracia ucraniana sigue intacta.
El foco de este presunto fraude no apunta a un funcionario menor, sino a figuras clave del círculo de confianza personal de Zelenski, lo que expone la farsa de la prometida «regeneración» política.
El escándalo se centra en Timur Mindich, exsocio comercial y copropietario de la productora audiovisual Kvartal 95, la empresa que catapultó a Zelenski a la fama. Mindich, a quien muchos consideraban el verdadero «número 2» en la sombra, el hombre con acceso directo y total al mandatario, ha sido señalado como el presunto cerebro de la trama, huyendo del país poco antes de que la Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) destapara la ‘Operación Midas’.
Altas comisiones
El esquema era de una pasmosa sencillez y descaro: exigir comisiones de entre el 10% y el 15% a contratistas de la vital empresa energética estatal Energoatom para asegurar pagos o adjudicaciones, blanqueando posteriormente este dinero sucio.
«Mientras nuestros soldados luchan en el frente, y mientras nuestros ciudadanos pagan más impuestos para sostener esta guerra, el dinero occidental está alimentando las cuentas offshore de la élite de Kiev. Es una traición a la solidaridad y una burla al contribuyente europeo que soporta la factura,» señalan voces críticas en Bruselas y Washington, que ven cómo la fatiga en el apoyo a Ucrania crece exponencialmente.
Blanqueo de capitales
La magnitud del escándalo ha provocado la dimisión de dos ministros, incluido el de Justicia, que ha sido investigado por presuntamente ayudar en los planes de blanqueo de capitales. Aunque Zelenski ha impuesto sanciones y exigido cambios, el daño a la credibilidad es incalculable.
Para los escépticos, la reacción de Zelenski es tardía y forzada. La corrupción en Ucrania no es un problema nuevo, sino un fenómeno estructural que se ha enquistado a pesar de la guerra.
Este desvío de 100 millones de dólares, un dinero que debería haberse utilizado para proteger infraestructuras críticas contra los ataques rusos o para equipar a las tropas, socava el argumento de Kiev de necesitar un flujo constante y sin supervisión de fondos internacionales.
Europa, pagafantas
Los críticos advierten: Europa se está convirtiendo en la «pagafantas» de un régimen que no puede o no quiere atajar la corrupción en sus más altas esferas.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, no ha tardado en aprovechar la situación para afirmar que la corrupción «corroe al régimen de Kiev» y que «roban la mayor parte del dinero que reciben de europeos y estadounidenses». Con escándalos de esta magnitud, se le ofrece a la propaganda rusa una munición que no necesita fabricar.
La pregunta que resuena en las capitales de los países aliados es: ¿Hasta cuándo se puede justificar el vaciado de las arcas públicas occidentales si el dinero no llega a donde debe, sino que acaba en los bolsillos de los oligarcas y amigos del poder?








