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La pesadilla de la chikunguña y la crisis humanitaria en La Habana

Los afectados, postrados por los dolores articulares, enfrentan en Cuba la desesperante escasez de analgésicos y tratamientos de soporte

Una crisis sanitaria y humanitaria sin precedentes se cierne sobre la capital de Cuba, La Habana. Mientras, el gobierno castrista mantiene un hermetismo informativo que raya el cinismo.

La explosión de casos de chikunguña ha sumergido a la población en una doble agonía: la enfermedad y las severas penurias económicas y alimentarias que azotan la ciudad.

Los reportes extraoficiales y testimonios de ciudadanos pintan un panorama desolador de la emergencia de chikunguña. La enfermedad viral, transmitida por mosquitos, se propaga sin control. Todo en medio del deterioro de los sistemas de saneamiento y la falta de recursos básicos en los hospitales.

Los afectados, muchos postrados por los dolores articulares característicos de la enfermedad, enfrentan la desesperante escasez de analgésicos y tratamientos de soporte.

Además, los centros de salud, ya diezmados por años de desinversión, luchan por atender la creciente ola de pacientes, mientras la falta de insumos y personal médico se hace palpable.

Pero la chikunguña en Cuba y La Habana no viaja sola. Brotes de dengue y otras infecciones endémicas se suman a la lista. Esto evidencia el fracaso de las campañas de prevención y fumigación en un entorno de higiene pública precaria.

Catástrofe económica

La crisis de salud es inseparable de la catástrofe económica que vive Cuba. El control absoluto del gobierno sobre la economía ha provocado una escasez crónica. Esta ha llevado a miles de ciudadanos de Cuba y La Habana al borde del hambre.

Las bodegas estatales ofrecen una canasta básica insuficiente, y los precios en el mercado negro son inalcanzables para el cubano de a pie. Y La falta de mantenimiento en la infraestructura energética, denunciada por años, ha desembocado en apagones masivos que duran horas, y a veces días. Esto paraliza la vida cotidiana, arruinando los pocos alimentos refrigerados y haciendo imposible el descanso o la atención médica en casa.

La imagen de jóvenes y familias enteras buscando desesperadamente cualquier vía para abandonar el país se ha convertido en el símbolo de la falta de futuro bajo el actual régimen comunista en Cuba.

Dolor de estomago vacío

«Aquí no es solo la fiebre, es no tener qué comer, es el dolor del cuerpo con el dolor del estómago vacío. El gobierno dice que todo está bien, pero estamos viviendo en el infierno a oscuras,» relató un residente de Centro Habana bajo condición de anonimato por temor a represalias.

Ante la magnitud de la crisis, la respuesta del gobierno cubano y el Partido Comunista ha sido el silencio y la minimización. La prensa oficialista, controlada por el Estado, ignora la gravedad de la epidemia y las escenas de penuria, manteniendo un discurso triunfalista que contrasta brutalmente con la realidad de las calles.

Ocultamiento de la verdad

Esta estrategia de ocultamiento de la verdad no solo viola el derecho a la información de los cubanos, sino que obstaculiza cualquier esfuerzo genuino para controlar la epidemia y buscar ayuda internacional, priorizando la imagen política del régimen sobre la vida y el bienestar de su pueblo.

La Habana, una ciudad de belleza histórica, es hoy el epicentro de una triple crisis: infección descontrolada, hambre y apagones. Es un trágico testamento de la insostenibilidad de un sistema político comunista que se aferra al poder a costa del sufrimiento de su gente.

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