Saltar el contenido

El ‘lawfare’ ataca: la izquierda canoniza a García Ortiz

Para la izquierda, García Ortiz ya no es un jurista condenado; es un mártir. Es el Che Guevara de la Fiscalía de Pedro Sánchez

Día negro ayer para la democracia, o eso dicen en Moncloa. El Tribunal Supremo, esa “institución fascista” que se empeña en aplicar el Código Penal incluso a los amigos del presidente, ha tenido la osadía de condenar al fiscal (de quién depende) Álvaro García Ortiz.

Sí, el Fiscal General del Estado, el «Fiscal del Gobierno«, ha sido inhabilitado por dos años por revelación de secretos. ¿El motivo? Filtrar datos de un particular para ganar una batalla política en redes sociales. Pero la maquinaria del fango, la de Pedro Sánchez, la de la izquierda, ya se ha puesto en marcha para explicarnos por qué esto, en realidad, es culpa de la ultraderecha.

Contorsionismo moral

La reacción del Ejecutivo ha sido un espectáculo de contorsionismo moral digno del Circo del Sol. La consigna oficial, repetida por ministros y portavoces con esa sincronización telepática tan entrañable, es que el Fiscal General no ha cometido un delito. El buen hombre ha cumplido con un «deber moral».

Para la izquierda, si ustedes revelan secretos de un vecino, es delito. Si lo hace el Fiscal General para atacar al novio de Ayuso, es «lucha contra la desinformación».

El ministro de Justicia, Félix Bolaños, ha salido con cara de circunstancia y compungida a decir que condenar a quien «dice la verdad» es poco menos que una herejía. Al parecer, en el Sanchismo, la verdad te hace libre… excepto si eres juez del Supremo, que entonces te hace ‘golpista con toga’.

La prensa ‘progresista’

Leer hoy las cabeceras de la izquierda mediática es asistir a una terapia de grupo en directo. Donde un jurista normal ve un delito de revelación de secretos (artículo 417 del Código Penal), ellos ven una conspiración judeomasónica orquestada por la ultraderecha desde la sombra.

La podemita Belarra utiliza un lenguaje guerracivilista. Habla de “golpe judicial”…  Porque aplicar la ley a un alto cargo es golpismo. Lo democrático es que el Fiscal General pueda usar el aparato del Estado para filtrar correos de ciudadanos particulares si estos molestan a la «jefa» de la Comunidad de Madrid.

Para la izquierda,García Ortiz ya no es un jurista condenado; es un mártir. Es el Che Guevara de la Fiscalía. Se le presenta como un héroe caído en combate contra la «máquina del fango» de la ultraderecha… Él solo quería desmentir un bulo… filtrando documentos confidenciales.

La doble vara de medir

Y nos preguntamos qué pasaría si el condenado fuera un Fiscal General nombrado por el PP o VOX, que hubiera filtrado los correos de, digamos, el hermano de Pedro Sánchez. Las calles arderían. Ferreras estaría haciendo un especial de 74 horas ininterrumpidas sobre la «Stasi de VOX». Quizás la ONU ya habría mandado observadores.

Pero como el condenado es «uno de los nuestros», la culpa es del juez. Siempre es del juez. Porque en la España de 2025, la Justicia solo es justa cuando les da la razón. Cuando les condena, es lawfare, es fachosfera, es franquismo sociológico.

Por nuestro bien

García Ortiz se va a su casa (o a alguna puerta giratoria que ya le estarán engrasando) con la cabeza alta, convencido de ser una víctima del sistema que él mismo debía defender.

Y el Gobierno, lejos de pedir disculpas por nombrar al primer Fiscal General condenado de la democracia, nos echará la bronca a nosotros por no entender que, cuando ellos delinquen, lo hacen por nuestro bien.

Así que ya saben: cuidado con sus correos electrónicos. Si molestan al Gobierno, filtrarlos no será delito, será un acto de «transparencia democrática«.

Deja tu respuesta