El homenaje a Javier Lambán en el Senado debía ser un acto solemne, emotivo y discreto. Pero terminó convertido en un punto de inflexión dentro del PSOE, una exhibición del poder del ala moderada y, sobre todo, el escenario elegido por Emiliano García-Page para lanzar su advertencia más directa hasta ahora: si José Luis Ábalos decide hablar, el terremoto político puede ser devastador.
La frase que soltó Page —“si yo fuera Pedro Sánchez, tendría muchísima cautela”— sonó más a amenaza cubierta que a reflexión institucional. Y dejó en el aire una idea que sobrevuela desde hace meses:
Ábalos no solo es un problema interno… es un riesgo latente lleno de información comprometida.
Un homenaje convertido en cumbre del ‘PSOE paralelo’
La presencia de Felipe González, Alfonso Guerra, Susana Díaz, Javier Fernández, Jordi Sevilla, Juan Lobato y el propio Page no fue casual. Todos ellos representan la parte del PSOE que rechaza el sanchismo, su deriva hacia los pactos con nacionalistas y el clima de tensión constante que vive el partido.
El acto de recuerdo a Javier Lambán, fallecido este año, tenía tono institucional. Pero en los pasillos, según asistentes, se respiraba otra cosa:
coordinación, inquietud y un mensaje claro hacia Ferraz.
Page lo verbalizó sin rodeos:
—“La legislatura es un laberinto sin salida. La salida natural son unas elecciones.”
Y lo más comentado:
—“Hay multitud de espadas de Damocles sobre la escena política nacional.”
Una referencia que muchos interpretaron como un aviso directo al entorno de Sánchez:
las amenazas ya no vienen solo de la oposición; vienen también desde dentro del PSOE.
¿Qué teme Sánchez? El factor Ábalos
Aunque evitó nombrarlo, la frase de Page apuntaba claramente a José Luis Ábalos, el exministro caído en desgracia tras el estallido del caso Koldo y las investigaciones sobre pagos, sobres, viajes y favores políticos.
En Ferraz nadie lo dice en público, pero el temor es evidente:
Ábalos conoce demasiado.
Reuniones, decisiones internas, encargos, maniobras, nombres, fechas…
Y una parte del partido teme que, ante la presión judicial, pueda romper la disciplina de silencio.
Varios dirigentes socialistas admiten que el riesgo no es menor. Y que Page, al mencionarlo en un homenaje público, quiso dejar constancia de que:
- El PSOE moderado está vivo.
- Sánchez ya no controla los tiempos.
- Si Ábalos habla, caerán fichas que nadie quiere ver caer.
Elecciones anticipadas: el mensaje bajo el mensaje
Page no improvisó nada. Lleva meses marcando distancia con La Moncloa, y cada intervención suya tiene doble fondo.
Al decir que la “salida natural son unas elecciones”, coloca otro problema sobre el tablero:
—Si el Gobierno se desestabiliza por causas internas,
—si Ábalos complica el escenario judicial,
—y si Sánchez pierde apoyos en el propio partido…
…el final podría llegar antes de tiempo.
No lo dice cualquier militante. Lo dice el presidente socialista más votado de España, el único que conserva un poder territorial sólido y el que expresa en público lo que otros del partido solo murmuran.
El sector moderado enseña músculo
El homenaje a Lambán se convirtió en una demostración de fuerza simbólica. Felipe González y Alfonso Guerra, figuras históricas y críticos habituales con Sánchez, compartieron espacio con dirigentes actuales descontentos con la deriva del partido.
Page no estaba solo. Era el portavoz visible de un bloque interno que busca recuperar protagonismo, influir en el rumbo del partido y, quizá, preparar el terreno para lo inevitable:
—un PSOE que tenga que recomponerse tras una legislatura llena de escándalos, investigaciones y decisiones judiciales pendientes.
Un mensaje para Ábalos… y otro para quien lo presiona
El subtexto de la advertencia también tiene otra lectura. En el entorno del exministro se comenta que Ábalos se siente traicionado y aislado, convertido en chivo expiatorio de una estructura que ahora intenta desvincularse de él.
Page, al mencionarlo sin nombrarlo, deja caer que el partido debería tratar con más cuidado a quien guarda demasiados secretos. Un recordatorio peligroso:
—Presionar demasiado a Ábalos
—puede empujarle justo a hacer lo que más temen.








