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BBVA frena en seco y abandona la ofensiva por la opa al Sabadell

El movimiento más inesperado en la batalla financiera del año ya es oficial: BBVA ha decidido retirar su recurso ante el Tribunal Supremo contra el Gobierno por las condiciones que impuso a la opa sobre Banco Sabadell. Un giro que cierra de golpe un proceso de dieciocho meses marcado por tensiones políticas, advertencias europeas y un pulso empresarial que parecía interminable.

El banco presidido por Carlos Torres asume que la operación ha muerto. Y si no hay opa, ya no hay razón para mantener abierta una guerra judicial que, según fuentes del entorno jurídico, tenía posibilidades reales de prosperar.

Pero el mensaje de fondo es otro: BBVA admite la derrota en una operación estratégica que aspiraba a cambiar el mapa bancario español.

El banco se retira, pero insiste en que el Gobierno actuó ilegalmente

En el escrito remitido a la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Supremo, al que ha tenido acceso la prensa económica, BBVA afirma que desiste del recurso porque el objeto principal “ha perdido su vigencia” al no haberse materializado la oferta por la entidad catalana.

Sin embargo, el banco no se marcha sin dar un último golpe. En su comunicado jurídico insiste en que las condiciones impuestas por el Ministerio de Economía eran contrarias tanto al Derecho español como al europeo, y que provocaron un daño directo a la entidad que “no tiene el deber jurídico de soportar”.

El recurso buscaba anular la exigencia del Gobierno de esperar entre tres y cinco años para ejecutar una fusión tras la compra, una restricción inédita que frenaba la obtención de las sinergias estimadas por BBVA —más de 800 millones de euros—.

Aunque BBVA asume que ya no tiene sentido seguir, deja claro que, para ellos, la intervención del Ejecutivo fue excesiva y jurídicamente injustificable.

Un final que parecía imposible hace solo unos meses

La retirada del recurso supone el punto final a una opa que empezó con fuerza, se convirtió en una guerra política y acabó completamente bloqueada por dos frentes:

  • La oposición frontal del Gobierno, que alegó razones de “interés general” difíciles de justificar jurídicamente.
  • El rechazo de los minoritarios del Sabadell, que apoyaron a su dirección y se negaron a vender.

Con esos dos muros, la operación se desplomó.

El banco catalán, reforzado por su accionariado y por una gestión que ha recuperado confianza, dio por hecho desde el principio que González-Bueno mantendría el control, e incluso se espera que el propio Josep Oliu liquide su participación del 3,9% tras cobrar el dividendo de TSB.

El Gobierno sale reforzado… por ahora

La retirada del recurso supone una victoria indirecta para el Ministerio de Economía, que defendió a capa y espada el bloqueo de la operación. Sin embargo, el asunto no está cerrado del todo.

La Comisión Europea mantiene abierto un expediente sobre la actuación del Gobierno español, al considerar que su intervención podría haber vulnerado la libre circulación de capitales y la normativa financiera europea.

Es decir: BBVA deja la batalla judicial en España, pero Bruselas aún evalúa si el Gobierno se extralimitó.

Un giro que reordena el tablero bancario

El desistimiento confirma la realidad: BBVA se queda sin integración, sin sinergias y sin un salto estratégico que llevaba años persiguiendo.

Mientras tanto, se consolida un nuevo paradigma en el sector:

  • Sabadell sigue independiente, con estabilidad accionarial.
  • El Gobierno mantiene un papel central en supervisar las fusiones, como ya detalló la noticia “El Gobierno cede competencias para supervisar fusiones bancarias al BdE y el BCE”, que explica la nueva arquitectura regulatoria del sector.
  • BBVA se rearma en bolsa, como se vio en “BBVA se resarce de la opa a Sabadell al entrar en el club de los bancos europeos que cotizan más de 100.000M en bolsa”, una señal de que la entidad vasca ha pasado página por la vía financiera aunque no por la estratégica.

¿Qué queda ahora?

El fracaso de la opa y el final del recurso simbolizan un cierre definitivo. BBVA podrá seguir creciendo orgánicamente o explorar nuevas operaciones, pero esta batalla —que pudo convertirlo en un gigante aún mayor— ya es historia.

Queda por ver:

  • La resolución de la Comisión Europea.
  • El impacto político del bloqueo.
  • Y el efecto reputacional de una operación que nació ambiciosa y terminó convertida en un callejón sin salida.

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