Seguidores atacan a las jugadoras de origen africano porque han convertido a España en la “selección de Sudán del Sur”
La selección española femenina de balonmano, conocida como las ‘Guerreras’, atraviesa uno de los momentos más turbulentos de su historia reciente. No solo por los pobres resultados en el Mundial 2025 que se celebra en Países Bajos y Alemania, sino por un brote de ira y duras críticas que ha salpicado al equipo de España a través de las redes sociales.
Tras la derrota ante Serbia por 29-31, que complica seriamente el pase a octavos de final, varias jugadoras han denunciado públicamente insultos graves y xenófobos recibidos en comentarios bajo publicaciones de apoyo del presidente de la Real Federación Española de Balonmano (RFEBM).
Las afectadas, todas de nacionalidad española pero con raíces familiares en países africanos, han compartido capturas de pantalla de mensajes como «Nos llenáis de negras y aun así perdéis», «Mete a más negras», «Todo lleno de negras, puto traidor» o «Selección de Sudán del Sur».
Estas expresiones se dirigían directamente al federativo en respuesta a sus mensajes de aliento al equipo. «Perdamos o ganemos, esto es inadmisible«, escribió una de las jugadoras en su denuncia.
Ataques por su bajo rendimiento
El seleccionador nacional, Ambros Martín, reconoció tras el partido el «daño» que estos episodios causan al grupo, más allá de las derrotas en el torneo preparatorio de Noruega (incluida una humillante 41-19 ante el anfitrión) y en la fase inicial del Mundial.
España, subcampeona mundial en 2019 y bronce olímpico en 2012, aspira a los cuartos de final, pero las críticas por su rendimiento han mutado en ataques personales contra la diversidad del equipo.
La Asociación de Jugadoras de Balonmano (AMBM) emitió un comunicado condenando «rotundamente toda conducta racista» y lamentando el impacto en las internacionales.
Entre las denunciantes destacan Danila So Delgado, de origen guineano-bissaués; Kaba Gassama, con raíces en Senegal; y las hermanas Lysa y Lyndie Tchapchet, de ascendencia camerunesa. Estas atletas representan la nueva generación de las Guerreras, nacidas y formadas en España, pero cuestionadas por su falta de «españolidad».
Plantilla ‘multicultural’
La RFEBM ha anunciado que colaborará con las autoridades para identificar a los autores de los insultos, mientras que figuras del balonmano como la exjugadora Verónica Cuadrado han alzado la voz en redes: «El racismo no tiene cabida en nuestro deporte. Apoyemos a todas las Guerreras por igual«.
Este escándalo llega en un contexto de transición para el equipo, dirigido por Martín desde 2023, con una plantilla joven y multicultural que busca recuperar el brillo de épocas pasadas. La diversidad se ha convertido paradójicamente en diana de frustración por los malos resultados: solo una victoria en la fase de grupos hasta ahora, ante un Paraguay debutante.
La Federación Internacional de Balonmano (IHF) y la Europea (EHF) han expresado solidaridad, recordando que el torneo promueve valores de inclusión.
Sobre la diversidad en la selección: Según la convocatoria oficial para el Mundial 2025, de las 18 jugadoras en la plantilla, al menos 4 son de origen africano o negro (Danila So Delgado, Kaba Gassama, Lysa Tchapchet y Lyndie Tchapchet). Todas son españolas de nacimiento o naturalizadas, destacando la multiculturalidad del equipo.
Desnaturalización
Son muchas las voces que cuestionan la «desnaturalización» de la selección nacional. Argumentado en redes y columnas de opinión que la inclusión masiva de jugadoras con orígenes extranjeros diluye la esencia española del equipo. «Una selección debe representar la identidad nacional, no ser un experimento multicultural que prioriza la diversidad sobre el talento autóctono. Con tantas incorporaciones foráneas, perdemos el espíritu guerrero que nos hizo grandes en el pasado, y los resultados lo demuestran: más derrotas y menos orgullo patrio».
Esta perspectiva ha ganado tracción en diversos foros, donde se critica que la «agenda progresista» esté «desespañolizando» los deportes nacionales, alimentando un discurso que vincula el bajo rendimiento con la composición étnica del grupo.








