La doble vara de medir del socialismo
La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, no se ha mordido la lengua. En una intervención que ha resonado en toda la Comunidad, ha puesto contra las cuerdas al PSOE por su estruendoso silencio ante el ‘caso Salazar’. Es indignante ver cómo quienes se llenan la boca con la palabra ‘feminismo’ miran hacia otro lado cuando el presunto agresor lleva sus mismas siglas.
¿Dónde están las feministas del PSOE?
Catalá ha sido clara: ‘La defensa de la mujer no va a función de si nos interesa o no’. Una frase lapidaria que resume la hipocresía de un Gobierno que utiliza a las mujeres como escudo político pero las abandona cuando la realidad les estropea el relato. El caso de Francisco Salazar es la prueba del algodón.
Exigencias de dimisión inmediata
Desde el Partido Popular se exige coherencia. No valen medias tintas ni comunicados tibios. Si el PSOE quiere mantener un mínimo de credibilidad, debe actuar con la misma contundencia que exige a sus rivales políticos. Pero claro, pedir coherencia al sanchismo es como pedir peras al olmo.
La situación es especialmente sangrante cuando recordamos la ferocidad con la que el PSOE y sus terminales mediáticas se lanzan contra cualquier miembro del PP ante la más mínima sospecha, mientras que ahora, con un caso que afecta a uno de los suyos, impera un silencio cómplice y vergonzoso. ¿Es este el feminismo que predican? ¿Un feminismo selectivo que solo se activa cuando sirve para atacar al adversario político?
Las mujeres, merecen más respeto y menos hipocresía
Los ciudadanos, y especialmente las mujeres, merecen más respeto y menos hipocresía. La credibilidad de la lucha por la igualdad se ve gravemente dañada por esta doble moral que parece haberse instalado en la izquierda española. No se puede defender a las mujeres solo a ratos, o solo cuando conviene electoralmente. La dignidad y la seguridad de las mujeres deben estar por encima de las siglas y de los intereses partidistas.
El PSOE tiene una oportunidad de demostrar que se toma en serio la lucha contra la violencia machista, y esa oportunidad pasa por la dimisión inmediata de Francisco Salazar y una condena sin paliativos de sus actos, si se demuestran ciertos. Lo contrario sería confirmar que su feminismo es, como muchos sospechan, de cartón piedra y de quita y pon, una herramienta más en su arsenal de propaganda política, vacía de contenido real y de compromiso verdadero con las víctimas.








