El atraco navideño a las familias españolas
Poner la mesa esta Navidad será un lujo para muchos. Los precios de los alimentos típicos de estas fechas se han disparado un 57% en la última década, con el cordero y el pavo marcando máximos históricos. La inflación, lejos de estar controlada como vende el Gobierno, sigue devorando los ahorros de las clases medias y trabajadoras.
Comer, un artículo de lujo
Ir al supermercado se ha convertido en una actividad de riesgo para el bolsillo. La subida de precios no es una casualidad, es el resultado de políticas económicas nefastas, impuestos a la cadena alimentaria y un encarecimiento de la energía que repercute en el coste final. Mientras el Gobierno recauda más que nunca por IVA, las familias tienen que hacer malabares para celebrar las fiestas.
¿Dónde está el ‘escudo social’?
Sánchez prometió que nadie se quedaría atrás, pero la realidad es que cada vez más españoles tienen dificultades para llegar a fin de mes. Esta Navidad será recordada como la más cara de la historia, un triste récord que se suma a la larga lista de ‘logros’ del sanchismo. La pérdida de poder adquisitivo es alarmante y no hay propaganda que pueda ocultar la realidad de los tickets de la compra.
Es indignante ver cómo el Gobierno se niega a deflactar el IRPF o a bajar impuestos a productos básicos mientras dispara el gasto político. Los españoles se aprietan el cinturón para que Sánchez pueda seguir viajando en Falcon. Esa es la triste realidad de estas Navidades.
La tormenta perfecta: energía cara, impuestos altos y salarios estancados
El encarecimiento de los alimentos navideños no puede entenderse sin analizar la tormenta económica que vive España. La energía sigue en niveles muy superiores a los de hace cinco años, los transportistas pagan más que nunca por operar y los productores denuncian márgenes mínimos. A eso se suma que los salarios no acompañan: la capacidad de compra de los españoles ha retrocedido más de una década, creando un cóctel explosivo que convierte cada cesta navideña en un auténtico quebradero de cabeza.
La brecha entre ricos y pobres crece en cada cesta de Navidad
Mientras una parte de la población apenas nota la subida, millones de familias recortan en todo: menos mariscos, menos carne, menos dulces. La Navidad, que debería ser un momento de celebración, se ha convertido en un recordatorio cruel de la desigualdad creciente. ONGs y bancos de alimentos alertan de que aumentan las peticiones de ayuda incluso para productos tan básicos como leche, aceite o huevos. La brecha social no es un concepto abstracto: se ve en cada ticket de compra y en cada mesa vacía.
El Gobierno sigue mirando hacia otro lado
Pese al malestar social, el Ejecutivo insiste en vender un relato de prosperidad que nadie reconoce en la vida real. Ni reformas fiscales, ni bajadas de impuestos, ni alivios energéticos: solo anuncios vacíos y propaganda institucional. Mientras tanto, otros países de la UE sí han aplicado rebajas fiscales temporales a productos esenciales para aliviar a las familias. España, en cambio, vuelve a ser la excepción… para mal. Y el resultado lo pagan los ciudadanos, que afrontan la Navidad más cara jamás registrada.








