La edición 2025 de la Fiesta Mayor de Polinyà ha dejado al descubierto una situación insostenible que pone en riesgo tanto la seguridad ciudadana como la integridad de los agentes que la protegen. Lejos de la imagen edulcorada proyectada por el Ayuntamiento en sus canales oficiales, lo ocurrido durante estos días ha sido una demostración flagrante de colapso operativo, falta de previsión y abandono institucional.
Plantilla bajo mínimos y sin formación especializada
Con una plantilla operativa de apenas 16 agentes (de los cuales 7 son interinos), la Policía Local afrontó un evento multitudinario sin los recursos ni la preparación adecuados. En un municipio que supera los 8.000 habitantes y donde se concentran grandes aglomeraciones en actos festivos, la respuesta de seguridad no puede dejarse en manos de una plantilla insuficiente y sin el respaldo técnico necesario. Se trata de orden público y control de masas, no de una fiesta de barrio.
Esta precariedad, advertida por los propios agentes durante años, ha sido ignorada de forma reiterada por el Ayuntamiento. El resultado: una situación límite que obligó a solicitar refuerzo urgente de más de 30 patrullas de otros cuerpos policiales, entre ellos Mossos d’Esquadra, cuya intervención fue decisiva para evitar consecuencias mayores.
La versión oficial, alejada de la realidad
Mientras desde el gobierno municipal se insiste en minimizar los hechos, calificándolos de «focos aislados», la realidad vivida por los vecinos y los cuerpos policiales fue muy distinta. Hubo detenciones, se requisaron armas blancas y se produjeron situaciones de gran tensión sin los medios humanos ni materiales necesarios para garantizar una respuesta adecuada.
Los vídeos institucionales y las declaraciones complacientes no solo invisibilizan el problema, sino que suponen una falta de respeto hacia los agentes que, una vez más, tuvieron que suplir con esfuerzo y riesgo personal la irresponsabilidad política.
Fuga de agentes: síntoma de una crisis profunda
La situación ha provocado una fuga sin precedentes de efectivos, incluidos agentes con más de 25 años de experiencia, que han optado por trasladarse a municipios donde el cuerpo policial es tratado con la dignidad y el respaldo institucional que merece. Esta pérdida de capital humano no es anecdótica: es el reflejo de una crisis estructural que Polinyà no puede permitirse ignorar.
Seguridad pública no es propaganda
La seguridad ciudadana no puede gestionarse desde el oportunismo mediático. No basta con agradecimientos puntuales o declaraciones vacías. Se necesita inversión, planificación, formación especializada y una apuesta decidida por la profesionalización de la policía local. Seguir organizando eventos de gran formato sin contar con un dispositivo a la altura es una temeridad.
Polinyà merece algo mejor. Merece una policía equipada, formada, respetada y con los medios necesarios para proteger a su ciudadanía sin poner en riesgo sus propias vidas. El silencio institucional debe cesar. Es hora de asumir responsabilidades y actuar con seriedad.








