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Argentina demuestra que el liberalismo funciona cuando se aplica sin complejos

Mientras Europa y gran parte de Occidente se hunden en el intervencionismo, la burocracia y el gasto público descontrolado, Argentina está demostrando que hay otra vía posible. Javier Milei, el presidente libertario que llegó al poder hace dos años prometiendo una revolución liberal, está cumpliendo: reducción drástica de la pobreza, disminución de los ministerios a la mitad, 13.000 desregulaciones y una economía que empieza a despegar después de décadas de decadencia peronista.

Los datos son contundentes. La pobreza ha caído de forma significativa por primera vez en años, la inflación se ha reducido drásticamente (aunque sigue siendo alta), la inversión extranjera ha vuelto al país y la confianza empresarial está en máximos históricos. Todo ello gracias a un programa de reformas estructurales que ha desmantelado décadas de populismo y clientelismo político.

Menos Estado, más libertad, mejores resultados

Milei ha reducido el número de ministerios a la mitad, eliminando estructuras burocráticas innecesarias que solo servían para colocar a amigos del poder y dilapidar recursos públicos. Ha desregulado miles de actividades económicas que estaban asfixiadas por normativas absurdas y ha liberalizado sectores enteros de la economía que llevaban décadas secuestrados por el Estado.

El resultado es que Argentina está volviendo a crecer, a crear empleo y a generar riqueza. Los empresarios vuelven a invertir porque saben que hay reglas claras, que no van a ser expropiados de la noche a la mañana y que el Estado no va a meter mano en sus negocios cada dos por tres. Es el capitalismo funcionando como debe funcionar: creando oportunidades, generando prosperidad y sacando a la gente de la pobreza.

La izquierda argentina, en shock

Los peronistas y kirchneristas, que llevaban décadas saqueando Argentina y hundiendo al país en la miseria, están en shock. No pueden creer que alguien se atreva a desmantelar su chiringuito de poder, a acabar con sus privilegios y a poner fin a décadas de populismo barato. Y lo peor para ellos es que Milei está demostrando que tenía razón: que el problema de Argentina no era la falta de recursos, sino el exceso de Estado.

La izquierda internacional también está nerviosa. El éxito de Milei desmonta todos sus dogmas: que el Estado debe intervenir en la economía, que hay que regular todo, que el gasto público es bueno, que los impuestos deben ser altos. Argentina está demostrando que todo eso es mentira, que el camino hacia la prosperidad pasa por menos Estado, más libertad y más mercado.

Como ya informamos sobre el desastre de Cuba bajo el comunismo, las ideologías colectivistas solo traen miseria, hambre y muerte. Argentina estuvo al borde del abismo por seguir ese camino, pero Milei ha dado un giro de 180 grados y los resultados empiezan a llegar.

Lecciones para España y Europa

España debería tomar nota de lo que está pasando en Argentina. Nosotros también tenemos un Estado hipertrofiado, una burocracia asfixiante, un gasto público descontrolado y una presión fiscal confiscatoria. Y el resultado es el mismo que tenía Argentina antes de Milei: estancamiento económico, fuga de talento, empresas que se van y ciudadanos cada vez más empobrecidos.

Necesitamos un Milei español que se atreva a desmantelar el chiringuito del Estado, a reducir ministerios, a desregular la economía y a bajar impuestos. Alguien que tenga el coraje de enfrentarse a los sindicatos, a los lobbies y a todos los que viven del dinero público. Alguien que ponga por delante el interés general y no los intereses particulares de las élites extractivas que nos gobiernan.

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Javier Milei está demostrando que el liberalismo funciona cuando se aplica sin complejos y sin medias tintas. Argentina está saliendo del pozo gracias a políticas de sentido común: menos Estado, más libertad, menos impuestos, más mercado. España y Europa deberían tomar nota antes de que sea demasiado tarde. Porque el camino del intervencionismo y el gasto público descontrolado solo lleva a un sitio: la ruina.

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