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Bancos alemanes cierran cuentas del partido AfD por su postura contra la inmigración ilegal y la defensa de valores conservadores

La persecución contra el soberanismo se recrudece en Alemania

La presión institucional y financiera sobre el partido soberanista Alternativa para Alemania (AfD) se intensifica en todo el país. Recientemente, dos bancos regionales —Verbund Volksbank OWL y Volksbank en Ostwestfalen— decidieron cerrar las cuentas de la delegación local del AfD en Minden-Lübbecke, sin ofrecer explicación alguna, amparándose en el “secreto bancario”.

Desde la dirección local del AfD calificaron el cierre como un claro caso de “debanking político”, subrayando que no existía “ninguna irregularidad ni conducta indebida”. El presidente del distrito afectado, Sebastian Landwehr, señaló que la medida se produce por la postura del partido en defensa de los valores tradicionales y su rechazo a la inmigración ilegal masiva, recordando que actualmente el AfD es la mayor fuerza de oposición en el Bundestag.

Este no es un caso aislado. En los últimos meses, entidades como Volksbank Düsseldorf-Neuss, Berliner Volksbank y Deutsche Kreditbank también han cancelado cuentas de otras filiales y dirigentes del AfD, evidenciando una campaña coordinada de asfixia financiera contra el partido soberanista.

La ofensiva coincide con la clasificación del AfD por parte de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV) como “organización extremista de derecha confirmada”, una decisión que varios juristas y medios críticos consideran un movimiento político destinado a legitimar la persecución de la disidencia conservadora. Entre los motivos citados por la BfV destacan la oposición del partido a la inmigración ilegal y a la ideología de género, factores que para sectores progresistas bastan para etiquetar al AfD como “extremista”.

Aunque los bancos cooperativos privados no tienen obligación de mantener cuentas de partidos políticos, las entidades públicas de ahorro (Sparkassen) sí deben garantizarlo, siguiendo principios constitucionales de pluralismo político. Por ello, el AfD se ve cada vez más limitado a operar con este tipo de instituciones, tras ser excluido de la mayoría de la banca privada.

No se trata de hechos aislados. Hace un año, el diputado regional Sascha Schlösser, del AfD de Turingia, también experimentó el cierre de sus cuentas sin explicación. En 2024, la Berliner Volksbank clausuró incluso la cuenta nacional de donaciones del partido, tras una campaña de presión de un grupo activista de extrema izquierda denominado “Omas gegen Rechts”.

Este patrón confirma una tendencia preocupante: Alemania parece avanzar hacia una forma de censura financiera que penaliza la disidencia política. Lo que comenzó como un intento de aislar a los “populistas” se ha transformado en un mecanismo donde oponerse al globalismo o defender la soberanía nacional puede significar perder acceso al sistema bancario.

Una vez más, la llamada “tierra de la libertad” demuestra que la tolerancia del progresismo alemán tiene límites, especialmente cuando se enfrenta a la resistencia del partido soberanista AfD.

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