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Barcelona, zona cero del crimen importado: 8 de cada 10 detenidos son extranjeros y las autoridades lo ocultan

Barcelona ya no es una ciudad. Es un campo de batalla urbano, un laboratorio de ingeniería social fracasada donde la delincuencia extranjera campa a sus anchas mientras la izquierda sigue repartiendo discursos vacíos y subvenciones millonarias a los responsables del caos.

Los datos son tan demoledores como innegables: 8 de cada 10 delincuentes detenidos en la ciudad durante 2024 son de nacionalidad extranjera. No es una sensación. No es una campaña. Es una realidad constatada, firmada por la propia Dirección General de la Policía del Departamento de Interior de la Generalitat de Catalunya, y obtenida por el grupo municipal de VOX a través de una solicitud oficial de acceso a la información.

Barcelona no está siendo invadida: ya ha sido conquistada por el crimen extranjero.

Estos datos no han sido filtrados por ningún medio de comunicación. No han salido en las portadas de los grandes diarios ni en los informativos de la televisión pública. Porque la consigna es clara: hay que ocultar la verdad para proteger el relato buenista. Hay que silenciar la alarma social para que no peligre el negocio de la inmigración masiva.

Pero aquí están los números. Fríos, brutales, irrefutables:

  • Hurtos: 5.442 detenciones. De ellas, 4.942 fueron a personas extranjeras. El 91%.
  • Robos con violencia: 83,5% de los detenidos eran extranjeros.
  • Agresiones sexuales: 73% de los detenidos no tenían nacionalidad española.
  • Intento de okupación de viviendas: 87,5% de los detenidos eran extranjeros.

¿Dónde está el Estado? ¿Dónde está la protección al ciudadano honrado? ¿Dónde está el gobierno municipal que debería velar por la seguridad de sus vecinos?

La respuesta es simple: ausente. O peor, cómplice.

Porque mientras las cifras se disparan, mientras los vecinos se encierran en sus casas al caer la noche, mientras las mujeres temen volver solas del trabajo, la alcaldesa y sus socios progresistas se dedican a tapar los datos, censurar el debate y seguir financiando con dinero público a las mismas redes que promueven la inmigración irregular y encubren a los delincuentes.

Una ciudad al borde del abismo

Barcelona ya no es una ciudad europea: es un gueto multicultural donde impera la ley del más fuerte, donde la nacionalidad española solo sirve para pagar impuestos y recibir palos si protestas. Los barrios antes obreros están tomados por mafias extranjeras, los centros históricos están plagados de carteristas reincidentes, y las okupaciones de pisos aumentan mientras los jóvenes españoles no pueden independizarse.

Y si alguien se atreve a denunciarlo, la maquinaria ideológica se activa: te llaman racista, xenófobo, ultra. Porque en la Barcelona actual, proteger a los tuyos es un delito y denunciar al criminal es un acto de odio.

VOX rompe el silencio

Frente a esta situación insostenible, el único partido que ha tenido el valor de decir lo que todos piensan pero nadie se atreve a afirmar es VOX. El portavoz municipal, Gonzalo de Oro Pulido, ha sido contundente:

“Esta es la consecuencia directa de años de fronteras abiertas, de políticas que han importado delincuentes en lugar de talento, y de gobernantes que han traicionado a sus propios ciudadanos. Han entregado Barcelona a violadores, ladrones y okupas, y ahora pretenden que lo aceptemos en silencio.”

Y no solo lo denuncia, sino que propone medidas urgentes, claras y sin complejos:

  • Expulsión inmediata de todos los delincuentes extranjeros reincidentes.
  • Refuerzo de la Guardia Urbana y de los Mossos d’Esquadra en los barrios más conflictivos.
  • Fin de todas las subvenciones a ONGs, colectivos y asociaciones vinculadas a la inmigración ilegal o que se niegan a colaborar con la justicia.
  • Publicación mensual, obligatoria y detallada de los datos delictivos, clasificados por tipología y nacionalidad.
  • Modificación de la ordenanza de civismo y endurecimiento de penas para reincidentes.

Porque la seguridad no entiende de ideología, ni de multiculturalismo, ni de buenismo progresista. La seguridad es una obligación del Estado. Es un derecho del ciudadano.

¿Hasta cuándo van a seguir mintiendo? ¿Cuántas víctimas más hacen falta?

Mientras los políticos de la izquierda se reúnen para hablar de “inclusión” y “tolerancia”, la ciudad se les desmorona entre los dedos. Los datos no se pueden esconder más. Las víctimas no pueden ser ignoradas. Y los barrios no pueden esperar.

Barcelona no puede seguir siendo el santuario del crimen extranjero en Europa. No puede seguir siendo el precio a pagar por las fantasías ideológicas de unos pocos. No puede seguir siendo una ciudad donde ser español te convierte en objetivo y ser ilegal te convierte en intocable.

Es hora de decirlo sin miedo: la política multicultural ha fracasado. El experimento ha salido mal. La ciudad está al límite. Y solo hay dos opciones: actuar ya o caer del todo.

VOX ha encendido la alarma. Ahora la pregunta es: ¿quién más tendrá el valor de enfrentarse a la verdad?

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