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Bruselas acelera la avalancha de frutas marroquíes en la UE

España paga diez veces más por hora y pierde cuota en el mercado: estas medidas «asfixian» al sector y distorsionan el mercado comunitario

Los productores españoles de frutas y hortalizas claman contra una competencia desleal que amenaza su supervivencia. Mientras el agricultor de España abona 9,74 euros por hora de trabajo –frente a solo 0,98 euros en Marruecos–, la Comisión Europea impulsa reformas que facilitan la entrada masiva de productos norteafricanos.

La Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas (FEPEX) ha elevado la voz al Parlamento Europeo, denunciando que estas medidas «asfixian» al sector y distorsionan el mercado comunitario.

El epicentro del conflicto, apunta La Gaceta, radica en el Acuerdo de Asociación UE-Marruecos, vigente desde 2012. En ese tiempo, las importaciones de frutas y hortalizas desde el país magrebí han explotado un 71%, pasando de 831.338 toneladas a 1,4 millones anuales.

Marruecos: motor de competencia desleal

España, principal exportador europeo de estos productos, ve cómo su liderazgo en el tomate se erosiona ante esta «avalancha». «El acuerdo se ha convertido en el principal motor de competencia desleal«, advierte FEPEX en su misiva al Parlamento.

La gota que colma el vaso es la modificación aprobada en octubre, que extiende ventajas arancelarias a las producciones del Sáhara Occidental, territorio controvertido.

Además, un reglamento delegado (2023/2429) del 26 de noviembre permite etiquetas engañosas: las frutas del Sáhara podrán identificarse con regiones marroquíes sin revelar su origen real, vulnerando la norma UE de indicar el país de procedencia. «Bruselas quiere permitir a Marruecos ocultar el origen real de los alimentos mientras asfixia a los agricultores españoles», lamenta la patronal.

Datos demoledores

Los datos son demoledores. En Italia, el salario mínimo es de 9,68 euros/hora; en Polonia, 7,43. Marruecos, con su brecha de diez veces, inunda el mercado a precios imbatibles. Pero no solo es el coste laboral: FEPEX acusa a Rabat de usar fitosanitarios prohibidos en Europa, como el bromuro de metilo –vetado desde 2005 por dañar la capa de ozono–, lo que abarata aún más su producción.

El impacto en España es brutal. Andalucía y Murcia, motores hortícolas, reportan caídas en ventas y quiebras inminentes. «Sin reciprocidad real, el sector europeo colapsará«, argumenta FEPEX, que urge rechazar la ratificación del acuerdo modificado.

Fuentes comunitarias defienden las reformas como «avance en la integración mediterránea», pero ignoran el desequilibrio: mientras Marruecos exporta sin barreras, las normas fitosanitarias y laborales UE encarecen al productor local.

No hay comercio justo

Expertos como el economista agrario Javier López coinciden: «Esta asimetría no es comercio justo; es subsidio encubierto a la dumping».

Con la ratificación pendiente, el sector español teme un 2026 de crisis. Bruselas, presionada por intereses geopolíticos, prioriza la estabilidad sureña sobre la equidad.

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