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Carta viral de un palestino: “Soy víctima de mis propios líderes”

Los estados árabes “podrían haberme integrado, dado derechos, pasaportes, dignidad”, asegura el palestino, pero en cambio lo encerraron

Una carta viral de un supuesto palestino sigue recorriendo las redes sociales bajo el título:“Hola, soy palestino”. Un hombre que reconoce que la honestidad es poco común en su política.

Por ello, en esta carta viral, el supuesto palestino nos confiesa algunas cosas que nosotros reproducimos por su interés social en LA BANDERA. 

El principio de la era actual. Nos vamos al año1947. Como señala el palestino en su misiva, la ONU “me ofreció un estado. Junto a Israel. Fronteras, independencia, reconocimiento. Dije que no. Mis líderes prometieron que la guerra arrojaría a los judíos al mar. En cambio, lo perdí todo y lo llamaron catástrofe. No porque no me ofrecieran un estado, sino porque lo rechacé”.

Y desde entonces comenzó un largo periodo. Desde 1948 hasta ahora, salpicado por algunos acontecimientos históricos muy interesantes.

Durante todo este tiempo, como dice la carta de este palestino, los estados árabes “podrían haberme integrado, dado derechos, pasaportes, dignidad”. En cambio, “me encerraron en campos de refugiados durante generaciones, para que siguiera siendo un arma contra Israel. Construyeron palacios para ellos y cárceles para mí. Me usaron como propaganda, no como personas”.

Una fecha relevante es la de 1967. Tras otra guerra perdida, “podría haber construido un estado en Cisjordania y Gaza. En cambio, insistí en ni paz, ni reconocimiento, ni negociaciones. Tres noes. Cincuenta años después, sigo sin Estado. Resulta que el rechazo no paga el alquiler”.

Cohetes en lugar de fábricas

Ya en Oslo, en la década de 1990, Israel dijo: “Intentémoslo”. Y dio autonomía a Palestina. Armas para la policía. Miles de millones en ayuda. “¿Qué hicieron mis líderes?”, se pregunta este palestino. “Robaron el dinero, armaron milicias y lanzaron una intifada. Atentados suicidas en lugar de escuelas. Cohetes en lugar de fábricas”.

En Gaza, 2005, Israel se fue por completo del territorio. Sin colonos, sin soldados. Y “tuve la oportunidad de convertir Gaza en un Singapur mediterráneo. Voté por Hamas”. Entonces la convirtieron en Mogadiscio junto al mar. ¿Miles de millones en ayuda? Túneles, cohetes y palacios para sus líderes, mientras mi gente come comida enlatada en la oscuridad”.

Sin elecciones en 20 años

Este palestino habla también de ¿democracia? “No he tenido elecciones en casi 20 años. Hamas mata a los disidentes en Gaza. Fatah los encarcela en Cisjordania. Mis líderes cancelan elecciones porque están demasiado ocupados luchando por el poder”.

Respecto a la religión, en lugar de construir un futuro, “pongo a clérigos en televisión enseñando a los niños a odiar a los judíos. Glorifico a los mártires que hacen estallar autobuses. Crío a mis hijos con canciones de sangre y fuego en lugar de libros y ciencia. Cambio la esperanza por la Guerra Santa”.

Mientras, los regímenes árabes “me llaman hermano. Pero pregúntenles cuántos palestinos pueden vivir libremente en Líbano, Siria, Egipto o Kuwait. Me excluyen, pero celebran mi muerte, porque mi muerte es su excusa”.

«Elegí la envidia y la rabia»

Este palestino sigue diciendo que quiere construir un estado. E irónicamente, junto al lado está Israel. Es decir, el vecino que construyó una democracia próspera, una potencia tecnológica, granjas en el desierto, ciudades de polvo. Sin petróleo, sin riqueza infinita, solo coraje. “Podría haber aprendido, copiado, colaborado. En cambio, elegí la envidia y la rabia”.

Este palestino y el pueblo de Palestina “podría haber aceptado a los judíos como vecinos”.  Podría haber dicho: «Dos naciones, dos estados». En cambio, repito: «Del río al mar».

En lugar de exhibir el honor, la hospitalidad y la rica cultura árabe, “mostré solo la cultura de la espada: la ira, el extremismo y la sangre”.

«Muerte a los judíos»

En lugar de gritar salaam (paz) a los israelíes, “grité muerte a los judíos. Y luego finjo sorprenderme cuando los israelíes no confían en mí, cuando están enojados, decepcionados y convencidos de que no quiero coexistencia en absoluto”.

Palestina y el terrorismo de Hamas culpa a Israel de todo. Siempre. “¿Mis líderes roban miles de millones? Culpa de Israel. ¿Hamas dispara cohetes desde hospitales? Culpa de Israel. ¿Glorifico la muerte más que la vida? Culpa de Israel. La responsabilidad no es mi fuerte. Soy palestino”.

«Elegí la guerra sin fin»

La carta concluye con otra declaración en voz alta. “Podría haber construido una nación, muchas veces. Elegí el rechazo, la corrupción y la guerra sin fin. Podría haber vivido en paz con Israel, pero elegí vivir a la sombra de su destrucción”.

Por todo ello, “soy una víctima. Pero con demasiada frecuencia, soy víctima de mis propios líderes, de mis propias decisiones y de mi propia negativa a abandonar el odio. Y esa, querido lector, es la tragedia que nadie quiere admitir”.

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