La batalla por el control del futuro digital
La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha entrado en una nueva fase, mucho más peligrosa y decisiva. China ha decidido no amedrentarse ante las amenazas de Donald Trump y ha lanzado una ofensiva en el mercado de los semiconductores que amenaza con romper el tablero geopolítico mundial. No estamos hablando solo de móviles o consolas, sino del control de la tecnología que moverá el mundo las próximas décadas, desde la Inteligencia Artificial hasta el armamento militar.
Europa, espectadora de su propia irrelevancia
Mientras los gigantes se pelean, Europa mira desde la grada, atrapada en su burocracia y su debilidad estratégica. La dependencia tecnológica del viejo continente es alarmante. Si China cierra el grifo de las tierras raras o Estados Unidos impone vetos sobre maquinaria de litografía, nuestras industrias sufrirán las consecuencias inmediatas. Es el precio de haber regalado nuestra soberanía industrial durante años de globalismo ingenuo y deslocalización salvaje.
Trump no va de farol y Pekín tampoco
La respuesta de Trump seguramente será contundente, fiel a su estilo de «America First». El proteccionismo ha vuelto para quedarse y cada nación va a tener que elegir bando o aprender a nadar sola en aguas turbulentas. China está demostrando que tiene músculo financiero y tecnológico para resistir, y esto solo puede significar una cosa: tiempos de incertidumbre económica y volatilidad en los mercados.
El movimiento de Pekín de prohibir la exportación de ciertos componentes clave a EE.UU. es un aviso a navegantes. La era del libre comercio sin restricciones ha muerto. Ahora, la tecnología es un arma de guerra y los chips son las nuevas balas. Preparen sus carteras, porque la tormenta tecnológica acaba de empezar y afectará al precio de todo, desde su coche hasta su nevera.
