El sector tecnológico global vuelve a estar en el centro de la tensión geopolítica. El regulador de internet de China (CAC) ha ordenado a las mayores empresas del país, entre ellas Alibaba y ByteDance, suspender la compra de chips de inteligencia artificial de Nvidia y cancelar los pedidos ya realizados. La decisión, adelantada por el Financial Times, ha generado un fuerte impacto en los mercados.
Alibaba y ByteDance frenan sus planes
Las compañías chinas tenían previsto adquirir decenas de miles de chips RTX Pro 6000D, esenciales para el desarrollo de aplicaciones de inteligencia artificial, desde asistentes virtuales hasta plataformas de recomendación en redes sociales. Incluso habían iniciado pruebas con proveedores de servidores asociados a Nvidia. Sin embargo, la CAC detuvo en seco esos ensayos y obligó a cancelar los pedidos.
En paralelo, las autoridades de Pekín instaron a Huawei, Cambricon, Baidu y Alibaba a medir sus procesadores frente a los de Nvidia. Una jugada que deja clara la intención del gobierno chino: reducir la dependencia tecnológica de Estados Unidos y fortalecer a la industria local.
Golpe a Nvidia y a los mercados
La reacción de Wall Street no se hizo esperar. Tras conocerse la noticia, las acciones de Nvidia cayeron un 1,8% junto con la caída reciente del 3%, en la preapertura, mientras que AMD retrocedió un 0,6%. El mensaje del regulador chino se percibe como una advertencia de que el pulso tecnológico entre Washington y Pekín no solo continúa, sino que se intensifica.
Este movimiento llega en un momento delicado, justo antes de la reunión de la Reserva Federal que mantiene en vilo a los inversores globales. La combinación de incertidumbre monetaria y nuevas tensiones geopolíticas aumenta la volatilidad en los mercados, recordando episodios recientes de crisis en los mercados.
Una estrategia nacionalista de chips
La prohibición forma parte de una estrategia más amplia de China para blindar su soberanía tecnológica. Al limitar las importaciones de semiconductores clave y forzar a sus empresas a usar alternativas nacionales, Pekín busca estimular la competitividad de Huawei y Cambricon, actores que en los últimos años han dado pasos importantes en el diseño de procesadores avanzados.
Además, la medida llega en un contexto en el que el gobierno de Estados Unidos ha restringido la exportación de chips de alto rendimiento a China, en un intento por limitar el desarrollo de tecnologías sensibles, como la inteligencia artificial y la supercomputación.
¿Qué significa para la inteligencia artificial?
El bloqueo no es solo una cuestión de mercado. Los chips de Nvidia son la base sobre la que se entrenan los modelos más avanzados de IA. Su ausencia en las grandes tecnológicas chinas podría ralentizar el desarrollo de aplicaciones punteras. No obstante, también puede impulsar la innovación local: si Huawei o Cambricon logran igualar el rendimiento de Nvidia, China podría ganar una ventaja competitiva a medio plazo.
Impacto global y en la relación EE. UU.–China
Este episodio amenaza con frenar el aparente acercamiento entre ambos países. Hace apenas unas semanas, se especulaba con un ambiente más constructivo tras las conversaciones sobre TikTok y la posibilidad de avanzar en acuerdos comerciales. Sin embargo, la orden de la CAC vuelve a poner sobre la mesa la fragilidad de las relaciones bilaterales.
Al mismo tiempo, otras marcas tecnológicas quedan en el punto de mira. El caso de la reciente denuncia contra Xiaomi en España recuerda que las tensiones con empresas chinas no se limitan a la geopolítica, sino que alcanzan también al terreno del consumo.
Conclusión
La suspensión de compras de chips Nvidia en China es más que un golpe a una empresa estadounidense: es un síntoma del nuevo orden tecnológico global. Un escenario en el que la inteligencia artificial se convierte en un campo de batalla estratégico, y donde cada decisión de Pekín o Washington puede sacudir tanto a los mercados como a la innovación.
En las próximas semanas, la atención estará puesta en dos frentes: la respuesta de Nvidia y el avance de los fabricantes chinos para cubrir el vacío. Lo que está claro es que el pulso tecnológico entre Estados Unidos y China apenas acaba de empezar.








