Un eco distante desde los confines del Sistema Solar ha vuelto a poner en jaque a los astrónomos.
El radiotelescopio Tianma, en Shanghái, ha captado inusuales señales de radio emitidas por el cometa 12P/Pons-Brooks, uno de los más brillantes y explosivos conocidos.
Y aunque los investigadores aseguran que no se trata de una nave alienígena, el fenómeno ha desatado un debate científico mundial.
El cometa que habla con el cosmos
El 12P/Pons-Brooks no es un recién llegado: fue descubierto en 1812 y regresa cada 71 años. Pero esta vez lo ha hecho gritando al espacio con señales que nadie esperaba.
El equipo chino, dirigido por astrónomos del Observatorio Astronómico de Shanghái, apuntó su radiotelescopio hacia el cometa y detectó una serie de emisiones inusuales en la banda de radio, la más intensa jamás registrada en un cuerpo celeste de este tipo.
El estudio, publicado esta semana, revela que el cometa emite una “firma” espectral de amoníaco (NH₃) a una distancia récord.
Esta molécula, formada por hidrógeno y nitrógeno, podría ser la clave detrás de sus violentas erupciones cada vez que se acerca al Sol.
“El 12P/Pons-Brooks es como un volcán helado. Cuando se calienta, explota y lanza toneladas de gas al espacio”, explicó un miembro del equipo desde Tianma.
La señal más lejana de amoníaco jamás detectada
El hallazgo es más que una curiosidad astronómica.
La detección de amoníaco a tanta distancia no tiene precedentes y sugiere que este cometa conserva hielos primordiales de hace 4.500 millones de años, restos intactos de la formación del Sistema Solar.
A medida que el Sol calienta su superficie, esas bolsas de hielo subliman de forma explosiva, liberando hasta cinco toneladas de vapor de agua por segundo.
El resultado: erupciones espectaculares que han hecho que algunos astrónomos lo apoden el “cometa del infierno”.
Agua con “ADN” terrestre
La historia se vuelve aún más intrigante cuando se cruzan los datos del radiotelescopio Tianma con los del telescopio ALMA, en Chile.
Este último descubrió que el agua del 12P/Pons-Brooks tiene la misma huella química que la de los océanos terrestres.
En otras palabras, el agua de la Tierra podría haber llegado desde cometas como este.
“La proporción entre agua común y agua pesada en este cometa es casi idéntica a la de los océanos de nuestro planeta”, explican los investigadores.
Eso refuerza una teoría fascinante: la vida y el agua de la Tierra podrían ser un regalo de los cometas.
Fósiles del origen del sistema solar
Los científicos describen a estos cuerpos como “fósiles helados”: cápsulas del tiempo que conservan la química original del nacimiento del Sistema Solar.
Estudiarlos no solo ayuda a comprender nuestro pasado, sino también a anticipar cómo se formarán sistemas planetarios en otras estrellas.
Según Martin Cordiner, del Centro de Vuelo Espacial Goddard (NASA):
“Cada cometa es una ventana directa al amanecer del Sistema Solar. Analizarlos es como mirar el ADN del cosmos.”
¿Y si no fuera el único?
Mientras tanto, los astrónomos también siguen de cerca al objeto interestelar 3I/Atlas, aún más antiguo que el propio Sistema Solar.
Comparar sus características con las de 12P/Pons-Brooks podría revelar si los ingredientes de la vida están repartidos por toda la galaxia o si nuestro planeta fue una excepción.
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