El paisaje andaluz, ese mar de olivos y pulmón económico y espiritual del sur de España, se enfrenta a una amenaza sin precedentes
El paisaje andaluz, ese mar de olivos que durante siglos ha sido el pulmón económico y espiritual del sur de España, se enfrenta a una amenaza sin precedentes. No es una plaga biológica ni una sequía natural, sino una imposición burocrática: la Agenda 2030.
Bajo la excusa de la «transición ecológica«, miles de hectáreas de terreno fértil están siendo arrasadas para sembrar espejos de silicio y cristal, condenando al mundo rural a su desaparición definitiva en favor de los intereses de grandes corporaciones energéticas.
La fiebre fotovoltaica, amparada por el Gobierno del Sanchismo y el del PP de Andalucía, así como por las directrices globalistas de Bruselas, ha desatado una auténtica caza de brujas contra el agricultor tradicional.
La premisa es perversa: destruir árboles que absorben CO2 y producen alimento para instalar paneles que, supuestamente, salvarán el planeta. Un contrasentido que ha puesto en pie de guerra a la España leal, la que madruga y trabaja la tierra.
Agenda 2030: masacre medioambiental
La indignación ha dejado de ser silenciosa, y las cifras confirman la magnitud del desastre. En la provincia de Jaén, cuna mundial del aceite de oliva, la polémica se centra en la Campiña Norte, donde plataformas ciudadanas denuncian la amenaza de tala de hasta 100.000 olivos en municipios como Lopera o Arjona, patrimonio vivo de nuestra historia, para levantar megaplantas solares. Hablamos de una masacre medioambiental justificada por la supuesta urgencia climática.
La situación se replica con igual o mayor virulencia en la provincia de Málaga. Específicamente, en el Valle del Guadalhorce (Cártama, Coín y Álora), la extensión de los proyectos amenaza con el expolio de casi 700 hectáreas de cultivos, afectando a cientos de pequeños propietarios.
Asimismo, cerca de Antequera, ya se ha documentado la destrucción de al menos 20.000 olivos en la pedanía de Cartaojal, transformando tierra productiva en suelo industrial inerte.
Soberanía alimentaria en juego: el falso Ecologismo
Lo que la Agenda 2030 no explica en sus coloridos panfletos es qué comeremos cuando el campo esté alicatado de paneles. La sustitución de la agricultura por la generación energética no solo atenta contra la belleza paisajística de Andalucía, sino contra nuestra soberanía alimentaria.
Agricultor español, debilitado
Estamos desmantelando el sector primario, el que nos dio de comer, para convertirnos en una colonia energética dependiente de tecnologías, facilitando que el agricultor, debilitado por la nueva PAC, se vea forzado a malvender o alquilar su tierra a fondos de inversión.
Las manifestaciones recientes bajo el lema «Renovables sí, pero no así» son el grito desesperado de un pueblo que se niega a ver su herencia triturada.
Mientras los despachos oficiales celebran el cumplimiento de cuotas verdes, en el campo andaluz lloran la muerte del olivo, la verdadera víctima de un ecologismo de salón que desprecia la realidad rural de España.








