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«El wokismo es el movimiento más reaccionario para la vida privada desde la Segunda Guerra Mundial»

El filósofo Gabriel Albiac habla del «delirio» posmoderno en su ensayo ‘El eclipse del padre. Una crítica de la razón woke’

Lo dicho bien alto y claro el filósofo valenciano. Ha sido en una reciente entrevista en El Mundo a cuentas de su nueva publicación. Y lo tienen claro: el wokismo es un movimiento reaccionario que atenta contra la razón y la propiedad privada.

Y es que Gabriel Albiac habla de la enajenación de la posmodernidad en su nueva ensayo: ‘El eclipse del padre. Una crítica de la razón woke’. Un tratado que, a partir de diversos arquetipos, explica las principales dolencias mentales de esta época.

Una manera de decir que, en realidad, como señala El Mundo, el padre eclipsado del título de su ensayo es en realidad una manera de hablar del ocaso de la autoridad. Por ese motivo, Albiac ha querido dar tanto peso a los clásicos griegos en su libro.

Desde esa distancia, dice, se aprecia mejor lo que sucede hoy. «El ‘wokismo‘ es un voluntarismo«, alerta. El hecho de que, por ejemplo, alguien pretenda que el ser hombre o mujer sea algo elegible, “que los individuos pueden voluntariamente decidir su propia estructura”, se acerca a “lo alucinatorio”.

En el caso de los movimientos denominados ‘woke’, “la cosa puede llegar a la demencia de plantear a voluntad el cambio de peculiaridad genital mediante intervención quirúrgica”.

Wokismo y Freud

Albiac se refiere al padre del psicoanálisis para hablar de estos temas relacionados con el ‘wokismo’: “Freud en algún momento, de modo muy irónico, decía que la anatomía es un destino. Yo recojo algún estudio de psiquiatras respecto al disparate que supone eso, en la medida en que la recomposición genital no es la transformación de unos genitales en otros: Es una castración de la cual queda exento, definitiva e irreversiblemente, cualquier esfera de placer o de satisfacción sexual”.

Todo ello viene ligado, apunta el filósofo en El Mundo, “a una terrible confusión entre los ámbitos, que pensábamos todos que estaban suficientemente claros, de género, sexo y genitalidad”.

En primer lugar, la utilización del término “género” es “completamente inhábil, porque el término ‘género’, en las lenguas latinas al menos, se dice exclusivamente de las palabras. Cuando se atribuye a los individuos, sencillamente se está delirando”.

Recomposición genital

Por eso, «la recomposición genital no es la transformación de unos genitales en otros: Es una castración»

“A través de una intervención quirúrgica mayor como es la de la castración, extendiéndola incluso al ámbito de la infancia, se está cometiendo algo que hasta ahora considerábamos una de las barbaries más difícilmente aceptables de nuestra sociedad”.

Esto tiene otra materialización clara en el feminismo, dice el filósofo en ‘El eclipse del padre’. La definitiva liberación de la mujer trajo consigo la aparición de la píldora anticonceptiva y “la separación de la función sexual y la función reproductiva”.

Sin embargo, todos esos avances han sido echados por tierra. “¿Qué demonios es lo que genera a partir del cambio de siglo, esa especie de terrible regresión puritana a la que llamamos ‘wokismo’? Pues quizá haya que entenderlo como el fracaso de la prolongación de una igualación material con una asunción de las peculiaridades génito sexuales del animal sexuado humano”.

Neopuritanismo

Para Albiac, el ‘wokismo’ ha producido “una especie de neopuritanismo, de retorno a los tiempos de antes de la gran revolución feminista, que hubiera horrorizado y de hecho horroriza a las feministas de aquella primera generación, porque supone una pérdida de toda la apropiación simbólica y corpórea del mundo que fue la clave del feminismo clásico”.

Por ello, “El ‘wokismo’ es el movimiento más reaccionario para la vida privada desde la Segunda Guerra Mundial. Promulga un catálogo de lo que constituyen los géneros, es decir, los sexos, políticamente correctos. Y entonces empiezan a añadir siglas: LGTBIQ… Cuando el feminismo clásico lo que operaba era precisamente por la vía contraria, es decir, por la vía de la indiferenciación. Quería eliminar la diferenciación masculino-femenina que introducía fenómenos de segregación y de reducción de la presencia de las mujeres en determinados ámbitos”.

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