Galicia arde… y los socialistas celebran
Más de 50.000 hectáreas de monte devoradas por las llamas. Más de una quincena de incendios forestales activos. Vecinos desalojados de madrugada con lo puesto. Bomberos, brigadistas y voluntarios exhaustos, luchando sin descanso durante jornadas enteras para evitar que la tragedia sea aún mayor. El humo cubre los cielos de Orense, la provincia más golpeada por el fuego, y convierte cada amanecer en un paisaje apocalíptico.
Y, sin embargo, mientras Galicia arde, una boda vinculada al PSOE se convierte en símbolo del desprecio de las élites hacia la realidad que sufre el pueblo. La hija de Susana Rodríguez, primera teniente de alcalde socialista de Amoeiro y diputada provincial, decidió coronar su enlace con fuegos artificiales lanzados en plena madrugada, a escasos kilómetros de los frentes activos.
La boda de la vergüenza: lujo, pólvora y soberbia
El sábado por la noche, la finca escogida para la celebración de la boda se convirtió en un oasis de lujo en mitad de la catástrofe. Mientras los pueblos vecinos vigilaban con miedo el avance de las llamas, allí se descorchaba champán, sonaba la música a todo volumen y los invitados disfrutaban de un banquete ostentoso.
A las cuatro de la madrugada, cuando los brigadistas apenas habían tenido tiempo de comer un bocadillo y rehidratarse tras 20 horas de trabajo ininterrumpido, los novios sorprendieron a sus invitados con un espectáculo pirotécnico. Una cascada de luces y estruendos rompió el silencio de la noche gallega. Una exhibición que no tenía permiso, que no había sido comunicada a Protección Civil y que se realizó con total desprecio a las normas más básicas de seguridad.
“Parecía que celebraban en Las Vegas mientras a pocos kilómetros ardían los montes”, denuncia un vecino que presenció los destellos desde su casa. “Era una provocación, una burla a quienes lo estábamos perdiendo todo”.
La Guardia Civil tuvo que intervenir para frenar la imprudencia
La irresponsabilidad fue tan evidente que la propia Guardia Civil tuvo que desplazarse hasta la finca para reprender la actitud de los novios. Varios vecinos, asustados por el estruendo de los fuegos artificiales, habían dado la voz de alarma: el miedo a que una chispa cayera sobre la maleza seca y provocara otro incendio era real y fundado.
Los agentes, según testigos, mostraron su enfado ante un espectáculo que se salía de toda lógica. “Estábamos en nivel 2 de emergencia. La gente huía de sus casas y estos señores estaban jugando con fuego, literalmente”, relata un voluntario de Protección Civil.
Una chispa que pudo desencadenar otra tragedia
Ese día, Galicia vivía temperaturas extremas, con picos de hasta 38 grados. El viento soplaba con fuerza en algunas comarcas, lo que hacía que cualquier chispa pudiera prender de inmediato. Los técnicos forestales llevaban días alertando: la situación era crítica, la tierra estaba reseca, cada pequeña negligencia podía desatar un infierno.
Pese a ello, los novios, vinculados al PSOE, decidieron continuar con su espectáculo privado. Una actitud que muchos califican ya de criminal. “Lo que hicieron fue un atentado contra todos nosotros”, afirma un agricultor de Amoeiro. “Podíamos haber tenido otro foco más, otra aldea evacuada, otro monte devorado. Y todo por el capricho de dos personas que se creen por encima de la ley”.
La madre socialista en el centro del huracán político
La novia no es una desconocida. Es la hija de Susana Rodríguez, una de las caras visibles del PSOE en la provincia: primera teniente de alcalde en Amoeiro y diputada provincial. Su cargo y sus responsabilidades públicas han puesto aún más gasolina al escándalo.
Rodríguez ha intentado escurrir el bulto afirmando que no estaba presente en el momento en que se lanzaron los fuegos artificiales. Pero su defensa no convence a nadie. “¿De verdad no sabía nada? ¿De verdad una dirigente socialista no tenía noticia de que en la boda de su propia hija iban a lanzarse cohetes en plena crisis incendiaria?”, se preguntan los vecinos.
Para muchos, su silencio solo evidencia el doble rasero con el que actúan las élites políticas: cuando se trata de ciudadanos normales, la mano de la ley cae con todo su peso; cuando son los suyos, se busca la excusa, la coartada, la justificación.
Vecinos indignados: “Ellos celebran mientras nosotros lloramos”
La rabia entre los habitantes de Amoeiro y de las aldeas vecinas es enorme. En un verano marcado por la tragedia, en el que muchos han visto cómo el fuego se acercaba a sus casas, el espectáculo de fuegos artificiales ha sido una burla intolerable.
“Mis hijos no pudieron dormir por el miedo al fuego, y de repente escuchamos cohetes. Pensamos que algo explotaba, que había un nuevo incendio. Al mirar vimos los destellos en el cielo. Era la boda. Casi no lo creíamos”, relata una madre de familia que tuvo que preparar una mochila con lo básico por si tocaba evacuar.
Otro testimonio, el de un brigadista: “Mientras nosotros peleábamos contra las llamas sin relevo, sin apenas descanso, allí estaban ellos celebrando como si vivieran en otro planeta. Nos sentimos abandonados, despreciados”.
El PSOE retratado: discursos verdes y fiestas de pólvora
El escándalo de Amoeiro no es solo una anécdota local. Es la muestra más clara de la hipocresía del PSOE. El mismo partido que presume de bandera ecologista, que sermonea a los ciudadanos sobre cambio climático, que aprueba restricciones y que pide sacrificios en nombre de la sostenibilidad, se retrata ahora en lo contrario: lujos, derroche y un desprecio absoluto por la seguridad medioambiental.
Mientras en los discursos hablan de cuidar el planeta, en la práctica juegan con fuego en la provincia más devastada del país. Mientras exigen a los españoles conciencia climática, sus dirigentes y sus familias viven en la impunidad más absoluta.
La España partida en dos: el pueblo que sufre y las élites que celebran
Lo ocurrido en Amoeiro es el símbolo de una España rota. De un lado, los ciudadanos de a pie, que ven cómo el fuego arrasa con sus montes, cómo pierden casas, animales y cultivos, cómo se sacrifican cada día en silencio. Del otro, las élites del PSOE, que disfrutan de banquetes, de fiestas privadas y de espectáculos de fuegos artificiales, aun cuando la tragedia golpea a sus propios vecinos.
La imagen es brutal: Galicia llora mientras el socialismo brinda. El pueblo huye de las llamas mientras los hijos del poder encienden el cielo con pólvora.
La chispa que encendió la indignación
En Amoeiro, esa noche, una chispa podía haber desatado otra catástrofe. Pero lo que realmente encendió fue algo más profundo: la indignación de todo un pueblo. Una indignación que no entiende de excusas ni de justificaciones. Una indignación que denuncia la impunidad de una clase política que exige sacrificios mientras disfruta de privilegios obscenos.
Galicia arde. España sufre. El PSOE, una vez más, se retrata en su peor cara: arrogante, irresponsable, hipócrita y alejado de la realidad.
Los fuegos artificiales de una boda socialista ya forman parte de la memoria negra de un verano que quedará marcado por las llamas y por la soberbia de quienes creen que las normas son solo para los demás.








